miércoles, 16 de febrero de 2011

Cómo va todo, y no te prometo nada


No tiene ninguna intención, es la expresión de moda y viene a decir que: no me vayas a contar algo muy jodido, es la vacuidad del lenguaje y las relaciones superfluas que incluso con gente de la que uno no quiere creer lo de ‘superfluas’ se está dando. Son a veces nuestras vidas tan anodinas, acaso tan desplazadas a la soledad, a veces tan no recuerdo mucho de ti… que ofrecen esa pregunta tan impávida y flaca ¿cómo va todo? Yo me enervo habitualmente y persisto en gallego: ¿todo qué? Porque pasan tantas cosas a lo largo del día, de la semana… del mes. No se cuanto hace que no nos vemos. A los de fuera no les tengo aprecio como para que me afecte gravemente la pregunta, pero a los de dentro… total que se está extendiendo esta estupidez que viene a evidenciar oye, mira, me alegra encontrarte pero yo tengo bastante con lo mío, así que no me vayas a joder el día, como en los carteles de algunos bares.
Esta falta de interés concreto me recuerda a cuando redactaba cartas de mi abuela a su cuñada, se decían cosas que me parecían muy ‘diplomáticas’ digamos, pero sé que cuando se veían ellas se metían las manos en el estómago, y cuando se veían ellos, sus maridos, se las metían en las carteras, y así vomitaban los cuatro todo… con todo, en general había alguna pregunta directa al último acontecimiento familiar, quizá no explicado en profundidad.
Yo, que hasta puedo estar de acuerdo con la Ley Sinde, si la conociera bien, la Ley me refiero, le agradecí mucho a esta ministra que calificara que el discurso de Alex de la Iglesia fue ‘muy preciso’, yo lo vi por casualidad, por mi cena, y me pareció grave, directo, verídico y sin ambages, osea, lo que calificó la ministra. Anteayer descubrí oralmente que cuando una idea se pronuncia ya no es una idea, tampoco llega a ser un hecho, pero es una acción. Por eso hay tantas personas con miedo a pronunciarse, a verbalizar. A accionar: por la que les puede caer encima. ¿Cómo va todo? Anda y vete a la mierda.
Existen algunos más que no tienen nada porque pintan menos que un pastel en la puerta de una escuela, o simplemente porque quieren hacer la trampa da andar en una pequeña tregua, estos vienen a alimentar su ego, su posición y su vacío real: ‘no te prometo nada’ son gentuza como comparadores de oro con el dinero de otros, almas de basalto que se creen el ojo de Dios.
No se quíén coño escribe estos manuales anti-comunicativos, anti-entendibles, esta ridícula cultura de dossier que se extiende como la pólvora entre aspirantes a la estupidez que se creen una autoridad condescendiente. En estas miserias que llevan implícitas el todo y la nada andamos. La comunicación, para mi desgracia, hace que se pierda un setenta por ciento de lo que se dice, me apuntaba el otro día un amigo. No se si porque yo me creo muy listo, o porque los que a veces escuchan son muy tontos, o simplemente porque nuestras cabezas son distintas, no llegamos al máximo entendimiento. Sólo se que el lenguaje, con estas dos expresiones es tan torticero que acaso no hubiera merecido ni este chorro de palabras, pero estoy, qué cursilada: ‘ÍNTIMAMENTE PERSUADIDO’ de que somos cada vez más imprecisos. ¡Viva Alex de la Iglesia!