miércoles, 16 de marzo de 2011

Ganó la cani


Esto que voy a escribir está pasaíllo, pero más pasaíllo está lo que había antes, no? Tenía tantas cosas que escribir en estos días que por tanto no había nada sobre lo que escribir. Si no hay concreción no hay idea válida y el jueves pasado la hubo. Ha ganado Laura, una niña de Parlha, Madrid, sitio que da gente como andaluza. Una ordinaria, aunque más lo era la canaria que se llamaba Terry. La ganadora es una pavica que ha descubierto en un encierro que se llama Gran Hermano que su relación con su novio de siete años era un pluf cuando un malagueño veinteañero le replicaba a la contra pero le ponía. Ella se ha enamorado y él quiere recorrer mundo. Ella le ha dejado su coche a su ex novio y se ha llevado 50 millones (de las antiguas pesetas) por su, digo yo, entrega sin razón a un amor fortuito en un espectáculo televisivo. En el último momento, embolsado el taco, volvió a decirle al malagueño que le quería, y él se retrajo, ni dentro ni fuera la engañó.
La ‘que te pés’ y la de ‘tu puto ojete’ podría ser la nueva princesa del pueblo y mandar a la narigona a paseo, pero ella, sindicalista dijo la Milá, quiere hacer un último viaje con su querido a ayudar a los niños de no se que país, donde él fue porque ella le dejó salir del programa.
Yo he visto algunos días este GH en su duodécima edición, no con el interés de aquel primero, y me divertí, yo, en base a últimas noticias que llegan a mi agenda creo que la imagen va a tomar más presencia que nunca y vivo en un atraso de palabras. Yo que no he sido nunca nada multimedia quiero que esta chica de cultura floja, de riesgo y de armas tomar sea feliz con su presupuesta ‘fama’ y su taco-gordo y que haya dado un golpe de timón a su infortunado matrimonio que era inminente antes de entrar en el campamento juvenil de GH, que la lleven a las teles e incluso que le quite el sitio a la hija de la Campos, que no la aventaja en nada.
Ganó la Cani, que en madrileño sería la ordinaria, digo yo. Los que no avanzamos en imagen seguimos aquí, buscando un argumento ni raro ni implícito ni sesudo, con una vida extraordinaria que no conoce nadie, y por la que además no dan ni un duro. Necesitamos un golpe de timón, pero evidente, todo se andará,