viernes, 20 de enero de 2012

El repertorio



Me vienen de la cabeza a la voz. Alguna otra vez, en algunos otros estados incipientes de posibilidades me ha dado por cantar, también en otras circunstancias rutinarias, para qué negarlo. El ojalá, Fue en ese cine, A por el mar, Anda, y por supuesto Y cómo es él.
Comprenderán que la mayoría de composiciones de estos autores, que son dos: Silvio Rodríguez, Aute, y el tercer hombre Perales, no son la alegría de la huerta, pero es que yo sueño paradigmáticamente, me lo recordaba, no hará un año, un amigo que también tiene su gusto por Sabina, que ya no sé si es el mejor pero es cronista certero “no hay nostalgia peor/ que añorar lo que nunca/jamás/sucedió…” Sabina a cuenta de eso se había dado un viaje A: “Buenos Aires/ es como contabas/ hoy fui a pasear…”. A día de hoy no me ha dado a mi por llorar, a Sabina sí que sí. Buenos Aires debe ser nostalgia, como el Madrid de los Austrias.
Estoy cantando, venía a decirles en circunstancias normales y adversas, porque tengo un mueve-mueve del corazón a la polla, y de aquesta a la cabeza. Me ha sucedido varias veces en la vida, y el repertorio no cambia. Porque sí, soy un antiguo que nada tengo que ver con el ipod… ni se traducir bien la canción del brasileño Fransia Fransia Asíonosedesancha, que sabrán lo que es sin entender una jota.
Bien, la nostalgia me la disipa con su repertorio de palabras, con grandes silencios, escritas por esa interactuación de la nada que es Facebook, mi querido guitarrista jesusico Fernández que tomando mi relevo ha ido este año a trabajar a Fiturrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y le ha ocurrido una cosa-gajes-de- oficio. Dice que la directora de IFEMA le dijo que a la feria no podían entrar instrumentos y recurrente, y ante la inminente actuación, ha emulado a esos hombres de negocios, jajajaaj, y ha sacado su portatrajes y ha entrado como si tal cosa. Él que se ríe por lo que nos une, acude al barrio de nuestras vivencias dis-generacionales para poner en todo lo alto el sustrato de la ocurrencia.
Todo esto lo deja dicho en Facebook y yo me entero cuando vuelvo a abrirlo esperándome otra casa y de otro. La vida artística es así. El Madrid de los rigores también, y la nostalgia peor, hay, la nostalgia peor te da por cantar. Mañana a la orquesta que lleva de vocalistas al cuñao de una que me quiere alquilar un local y a un guarda civil en activo, le pido Guantanamera, Guajira…. Porque estamos en un pueblo y en los pueblos no hay nostalgia, hay catetos y forasteros, más, si andan en fiestas.

martes, 3 de enero de 2012

Un cuento revelado



El gato se atusaba contra la pierna. El gato herido sabía que así iba a pasar la Nochebuena y la Nochevieja, quizá viniera alguien para Reyes. Los gatos de los pueblos no tienen ningún valor para sus humanos.
El pintor, entre frío y agua intentaba sacarle color a aquello, cuando la furgona paró y le preguntaron si había visto a Manuel el que había sembrado las habas. El pintor contrarió el comentario a los que no veían quien era él, ni qué hacía, sólo les interesaba encontrar al susodicho, para algo, quizá importante, pues estaba cayendo la noche.
Entre las pocas risas de los bares, el amigo dice que la crisis económica crea una conciencia, una nueva conciencia, una mala conciencia. Se apagaron las risas rotas, se encendió la Nochevieja, se puede despeñar el gato, nunca hacer el ridículo: robar, matar no es hacer el ridículo excepto cuando te pillan, y aún así, lo cantó el cantautor que tanto le gustaba ‘la dignidad y la belleza’. Lo último es hacer el ridículo. El gato herido puede arañar aún, pero a la felpa que cubre la pierna se acerca a restregar su pelaje, más pelaje que heridas. Ser ridículos es lo peor que se puede ser haya crisis, hayas plantado habas o estés lleno de heridas, vengas en un 4x4 o se caguen en tu putamadre con cariño.
Los dos marroquís follaban por dinero con los payos y a pelo y gratis entre ellos por casta. Bebían güisqui y eran felices por un día frente al mar, pobres y risueños.
La resignación no es una mala consejera, es una putada asumida. La resignación no es ni una actitud, es un Estado. Maldigo al cristianismo por la Resignación y la Redención, ni admiro ni quiero nada a los gatos y a los que buscan a los plantadores de habas, así en abstracto aunque el buscado se llame Manuel: ‘Dios con nosotros’, me importan tres leches. La crisis nos va a cambiar la conciencia a mamporrazos a un sólo tipo de persona: Al que esté al socaire de lo que caiga, no creo a los hombres con impotencia (hombres y mujeres) creo en el hombre revelador, rehecho y reconstituyente. Y hoy, que iba a contar un cuento de navidad en tercera persona, acabo con un alegato absolutamente cristiano: ‘por sus obras los conoceréis’: dónde no hay más que acción, vida y riesgo. El resto, que os lo de 2012.