domingo, 29 de diciembre de 2013

Lo que nos prometimos


Se sentó sin que se lo dijera, no me cayó mal pero tampoco bien. Venía con las ganas de hablar de siempre, de la sesión continua, tradicional, de fin de jornada.
Serví la copa en las talladas de siempre sacadas del mueblebar que es un globo terráqueo vacío por dentro, pero que pesa y que no se ancla reclinado.
Le dejé que rompiera el hielo y a sus primeras palabras le conté lo de siempre, es decir todo lo que acota la palabra ‘amoldarse’.
Replicó con la futilidad que ya me sabía, esto en mi forma de entender, él creía que con lo ocurrido en los últimos tiempos, y en los anteriores, y a tenor de algunas leyendas aprendidas de los de su casta estaba defendiendo su territorio, sus ideas y sus intereses.
En un momento, antes justo de que se  volcara mi copa con el licor ambarino le dije tajante e ignorando su discurso eso: ‘de ilusión también se vive’.
Tenía el remolino encrespado que siempre le había dado un aire de loco, lo que no ocurría -a fuerza de amoldarlo- los domingos. Lo vi por la cornucopia, donde había visto a tantos en ese mismo lugar y ante esas mismas copas, y después de haber levantado mediomundo para sacar el licor ambarino con que siempre pagaba sus visitas.
En estas sin preocuparse por el desaguisado sobre la mesa, mi traje y la moqueta pronunció: “la ilusión es un espejismo mejorado del porvenir, rayo de fugaz belleza con que adornar nuestros días” Se refería a sus días, pero tuvo ese detalle. Se incorporó y se fue.
El viejo espejo con sus bujías latentes proyectaba solo el sillón vacío. Cerré el mediomundo lleno de esencias y licores, inicié el paso, soplé a las dos llamitas ambarinas. Tenía la entrepierna húmeda, abandoné la estancia, como siempre.


Feliz 2014

domingo, 15 de diciembre de 2013

Dedicatorias

Aquel muchacho alemán, de Baviera, tenía gusto por las personas mayores y con arrugas ‘con esos ojos que han visto tantas cosas’, decía, y a mi me parecía una disfunción. Aquel muchacho estuvo enamorado de mi, y sería por eso mi menosprecio.
Al tiempo, mucho tiempo, le recomiendo a un amigo que oiga los textos filosofo… de Facundo Cabral, y este cuelga en su cuenta de red social una larga perorata del recomendado en que afirman entre muchísimas  cosas ‘las arrugas que confirman todo lo que viviste’. Me sustraigo al alemán, y esa simple cosa motiva estas letras, que sí son una dedicatoria u homenaje.
Aquel chaval de Babiera tenía un grupo de rock que se llamaba, a lo que logré entender ‘La huella de un neumático o frenada’, Salían a escena con unos vaqueros con el dibujo de una cubierta de rueda impresa. Allá estará en Babiera, y espero que le vaya bien, era una buena persona. Más loco que una cabra.
Otrora unos amigos que tienen un grupo de rock con un nombre facilísimo, y entre ellos mi amor, rebuscan en el baúl del tórax las dedicatorias para su bautismo discográfico y a lo que me cuentan salen muchas.
El asunto de las dedicatorias, a distinguir entre memorialismo, agradecimiento, reconocimiento , condescendencia y distinción. Son siempre difíciles. Como que yo aterrice bien en lo que voy a poner este año en las postales de Navidad, para los del mundo de fuera y para los del mundo interior. Se puede caer en todo calificativamente y se pueden olvidar importantes cosas moralmente.
Es asunto difícil excepto para quien tiene cada día como decirse y desdecirse. Fueron famosísimas siempre las menciones de Paco Umbral en sus columnas. Las gentes de la corte corrían a ver si entre las negritas estaba su nombre, y hallados o ausentes leían de arriba abajo o no el folio diario del procaz columnista. Lo importante era estar.
La intención de querer ser recordados y reconocidos es infinitamente humana y la despreocupación existencial sólo de unos cuantos. Todos los normales queremos reconocimiento: Andaban por las calles de Jerez los escritores Caballero Bonald y Fernando Quiñones, cuando pasaron por la puerta de la casa de un insigne artista y había una placa-meritoria. En estas Quiñones, que si, fue alabado por Borges, pero no llegó a lo de Bonald, le dijo a este: ‘te imaginas lo que pondrá en nuestras casas cuando ya no estemos aquí’, y el socarrón jerezano aún vivo le contestó si: ‘SE VENDE’.
Tener atenciones y atención dar en la tecla de quienes son parte mencionable y reconocible de lo que hacemos, a quién es nuestra obra dedicable es harto fácil y harto difícil a la par, yo lo hice con muertos, lo que demuestra más que nada una cobardía, pero uso las contadas ocasiones que tengo para salir al público a hablar de otros para homenajear a los que ni los oyentes ni los promotores saben, incluso para homenajearme a mi, lo cual es el rizo del rizo.
Las dedicatorias no está claro qué demuestran, si gratitud o agradecimiento, no son un convencionalismo, menos hoy, pero son un género inclasificable.
Por eso cada Navidad, en los previos, me asaltan canciones, canciones que en la diametral contraria del globo terráqueo hicieron otros sin saber que me las dedicaban a mi, de lo que estoy seguro:
¿Qué hago ahora contigo? De Silvio Rodríguez
¿dónde pongo lo hallado, 
en las calles ,los libros ,las noches , 
los rostros en que te he buscado? 
¿dónde pongo lo hallado, 
en la tierra ,en tu nombre ,en la biblia , 
en el día que al fin te he encontrado? 
¿qué le digo a la muerte 
tantas veces llamada a mi lado 
que al cabo se ha vuelto mi hermana? 
¿qué le digo a la gloria 
vacía de estar solo 
haciéndome el triste, haciéndome el lobo? 
¿qué le digo a los perros 
que se iban conmigo en noches 
perdidas de estar sin amigos? 
¿qué le digo a la luna 
que creí compañera de noches 
y noches sin ser verdadera? 
¿qué hago ahora contigo? 
las palomas que van a dormir a los 
parques ya no hablan conmigo. 
¿qué hago ahora contigo? 
ahora que eres la luna ,los perros, 
las noches ,todos los amigos.


Y ‘Monólogo’, que ya la utilizaré para otra cosa.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Hilvanes para un roto

Ha entrado el frío sin tapujos. Ya hablé igual de esto el año pasado, y quizá también el otro. Es como un acontecimiento en bucle. Ha entrado el frío que anuncia las Pascuas, como dice mi querido Jesús el Guitarrista ‘El frío de Navidá’.
Con el frío este he asado algunos pimientos, en la barbacoa de la cuevecilla. Dentro se está estupendo, es verdad, mantiene la temperatura igual todo el año: 21 grados. Bien.
He empezado hablando por aquí, porque he perdido como la práctica de escribir a idea fija, para ver si me entono y entro en lo central, mi motivación de esta entrada.
El torero francés Sebastián Castella dijo hace ya varios tendidosceros esta lindeza: “el compadreo no es parte de la torería”, y me reconfortó. Estoy muy de acuerdo con él, y esto es extrapolable a todos los oficios que tienen que ver con el orbe público. Y lo veo a las claras en el periodismo conforme a los poderosos, especialmente los políticos, es un principio básico el que este joven matador, adusto, serio, en su sitio ha dicho en un programa de toros cada vez más modernizado. El compadreo es un chafardeo falso y encubridor entre oponentes, pero que cobra su sitio, sus formas, sus maneras, que restringe y endeuda. Es grande este Castella.
Me cuenta un amigo en un corto viaje lo de Canal Nou, que los periodistas con el canal cerrado por decisión política se dedican, en su toma de las instalaciones, a decir lo siguiente: como darían las noticias si tuvieran a los jefes que han decidido despedirlos, y cómo se dirían las noticias con ecuanimidad, con profesionalidad. Esta gentuza sarnosa de no haber tomado esa decisión sus jefes se hubieran ahorrado el gran trabajo de la ecuanimidad, y en ese mismo instante si hubiera llegado a la sede de emisión alguien con los cheques para mantener sus trabajos hubieran mantenido el tono. Qué les parece.
El siempre sabio Miguel Ángel Aguilar deja caer una en la tertulia de Barceló, que por cierto estuvo en mi tierra, dijo que cuando TVE estaba en Paseo de la Habana y tenía como director a un franquista que era un contador de historias, chistoso incluso. Al final de las emisiones, que eran tres horas, todo el equipo se quedaba a departir y reír con el viejo, pero un día, uno que siempre reía no lo hizo a ninguna de las dos o tres gracietas del director. Este extrañado le dijo:
-¿Manuel, que te pasa hoy, que no te ríes con nada?
El susodicho contestó raudo:
-Es que yo ya soy fijo.
Ríanse si no quieren llorar, yo que también a veces contrasto le digo esto a un amigo del oficio que también es poeta y dice que no es lo mismo el caso de la tele valenciana que de la española de cuando entonces. Le contradigo. A todo caso será aquello que inventaron: la guerra preventiva, o la guerra ofensiva. Ustedes juzguen.
Me despido con mantequilla de untar, pasada por el microondas. El que ha inventado la campaña de los inteligentes del Sabadell ha dicho lo siguiente en la entrevista dominical: “una marca que no tiene un porcentaje de gente que la odia no es una marca”.
Me voy al frío, se que los metaobreros de siempre dirán que hace mucho frío ahí fuera, si, y por eso la gente defiende sus puestos con indecencia contestaría yo. Este mundo de risitas, de chafardeo, de mercadeo, de metetes no habrá acabado con la eclosión que vivimos. Es una pena.

Me gustaba mucho el tono, pero no el cante, lo cantado, cuando India Martínez que no era ella con ese nombre hacia el tango que se remata con: “porque cambiarán los tiempos/ y no cambian las personas”, siempre me pareció una pena, por eso reconforta ese torero extranjero, sí armado en un oficio que desaparecerá, siendo claro, conciso y certero: “el compadreo no es parte de la torería”. A no ser, que todos seamos publicistas de un banco. Si se ha roto algo, preparen las agujas, vamos a remendar los tiempos siendo ridículos. Me voy al frío.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ellas/ella

Ha muerto Mariana Cornejo, quizá dicho así no la conozcan. Es la mujer que salía en el anuncio del 3/7 el fregasuelos que se promocinaba en Canal Sur, en sus inicios, y otras teles, la que cantaba por tangos paraba la fregona y miraba a su marío.
Una suerte que la popularizó y a mis pretensiones la devaluó. Pero fui a verla en dos ocasiones y se me quitaron las tonterías, era muy solvente por todas las variantes de los cantes de Cádiz, y los de ida y vuelta, y por fandangos y sus derivados… Bueno, viene a colación ella como homenaje a las mujeres cantaoras llegadas tardías por esa cosa que marcó como espurreo de lacre al cante flamenco, donde no estaba bien visto que una mujer se dedicara a esto, y sus capacidades quedaban sólo para los saraos domésticos.
Este asunto ha durado mucho tiempo según en quienes y según y cómo. Mariana Cornejo ha muerto con 66 años y como profesional yendo a festivales y peñas llevaría poco más de veinticinco.
Esta postergación, y su situación de no ser cantaora de primera fila la han roto con fruición grandes voces contemporáneas, ya saben: Estrella Morente, Marina Heredia, La Macanita… tan es así que son las sustentadoras de sus economías domésticas y mantenedoras de sus maridos.
Aquella cautela flamenca ha dado pie a una facilidad tremenda.
Ha muerto una de aquellas, La Cornejo quien entiendo llegó al cante público por dificultades en la cartilla familiar, como ocurriera con la mítica Encarnación La Sallago y no se si es así, se mantiene el cante de Carmen de la Jara.
Las privaciones y privacidades de no hace tanto han dado lugar si a un exhibicionismo tremendo y desaforado, todos recordarán a aquello que fue ‘Triana Pura’, entendiendo la resolución personal de cada uno y una en total libertad, claro.
Los enquistamientos del arte flamenco, tan delicados, deben ser bien estudiados. Lo dejo aquí.

Un anuncio a La Cornejo, en general, le hizo mucho bien. Después de aquello nada, que yo recuerde. El flamenco está promocionado, incluso prostituido pero no da para vender otro producto. Aquello del fregasuelos no se cómo salió, pero se mantuvo un tiempo. Me da que cuando se lo propusiera el creativo a la cantaora hoy finada seguro que le resultó raro. Descanse en paz.

lunes, 28 de octubre de 2013

El Madrid de las porteras

Preludio
Antes de partir busqué por una cuestión laboral la historia del semanario de sucesos ‘El Caso’, y Wiquipedia decía: “se le llamó el periódico de las porteras”.
                                       

Volver a Madrid es siempre para el que escribe un motivo de regocijo, fue principio de salidas al mundo de adolescente tardío, cuando en mi primer lugar de compromiso social decidimos hacer un viaje; lo fue mucho después más profusamente, y también lo ha venido siendo por asueto, culturetismo, encuentros con amigos que se van labrando en el cacho de tierra que nos ocupa.
Pero Madrid resonaba en mi cabeza ya infantil por mi familia. He vuelto a Madrid por mi madre, a que reandara las calles en que vivió hace nada menos que cuarenta y dos años, cuando yo, como ella dice “estaba en los cuernos de la luna”.
Le ha causado mucho efecto, tanto que sus maltrechas piernas han dado más de sí que las mías.
General Mola, como era propio, bueno también hubiera sido propio de otras calles, perdió su nombre y es ‘Príncipe de Vergara’, y allí, apostado vi la tienda de… el tranco en que un hermano mío se esportilló la frente y el camino hacia  el médico de entonces; donde estuvo el ‘Bar la Tortuga’ y donde sigue estando cerrado el ‘Bar Rumbo,’ a los que mi madre no iba más que de tarde en tarde, pero mi padre a diario.
Quería descubrir la mujer el discurrir de las vidas de quienes fueron sus amigas y vecinas, y ahí entraron a colación los porteros, sustitutos de los que hubo entonces, el primero; el del propio piso en que habitó la mujer le decía a cada paso que esta había muerto, aquel también, el hijo de aquella otra también, pero… estaba viva la cuñada de Teodorina, Jacinta, creo, con noventa y pico años, e indicó cómo encontrarla, bien cerca de donde estábamos “aunque hace casi un año que no la veo, no se…”
Reconstruimos ‘Historia de una Escalera’ a voz de hombres cuarentones; el siguiente, con mono nos da pelos y señales de la tal mujer que ha cambiado de lugar de residencia aunque la familia sigue teniendo el piso, ella compareció día y medio con 88 años inmovilizada por un derrame cerebral en el suelo de su casa hasta que llegaron sus hijos y está estupenda. Mi madre, la señora que busca, le encomienda recuerdos si la ve, pero los hijos no quieren que vuelva al barrio.
Al otro lado del Bernabeu, la otra media vida, Barrio del Pilar. La portera esta si femenina no da de primeras con la familia por la que se consulta, y al rato con la incorporación de un anciano vecino, resulta que vivían en la casa que ella compró hace 14 años. Nos promete a los viajeros que nos dará los nombres y apellidos que registran sus escrituras, y cumplió su palabra. Solo que la deseosa viajera ya en su casa de la punta suroriental de España llama y le sale un moro, o un sudamericano, o no sabe explicarse bien de donde es el teleescucha.
Al incorporarse el vecino en la segunda portería, el que suscribe se interesó por un comentario sobre el marido de la mujer buscada (los viajeros sabían que el hombre estaba ya enterrao) y el buen hombre va introduciendo “no, yo no trabajaba donde él, yo iba a ayudar a un familiar mío que tenía un bar cerca y el estaba allí siempre, era un hombre que de los bares no salía”.
El viaje a Madrid cumplió su función y creo corroboró mi  intuición y los anhelos de la anciana mujer, mi madre, que cegada quería preguntarle ahora al camarero del restaurant donde almorzamos por un banderillero: Anselmo Viosca, siendo el camarero ruso y chapurreando el español.
Volver a Macondo es agarrarse a la vida. Ninguna literatura puede más que constatar un dar por hecho y alimentar el repertorio de las porteras, que un día, dios sabe cuándo sacarán en conversación, “por aquí estuvieron, hace ya algunos años, una mujer y su hijo preguntando… decía…”
El chamarilero en un negocio que tenía rotulado eso: ‘chamarilería’ nos trató con desprecio y habló mal de la portera antigua, que para mi madre era “una bellísima persona”, porque nos pareció cara la plancha de carbón por la que le habíamos preguntado.
En otra ocasión, si el tiempo lo permite, hablaremos de los chamarileros; cuando el polvo del camino haya engendrado otras herrumbres: algo así como las puertas del Bar Rumbo donde mi madre descubrió, a petición de mi padre, que se podía hacer una tortilla de chorizo.

Alguna vez puse en tecla que recordar es revivir. Pues ya saben con lo que nos hemos encontrao. Revivir es encontrarte con un montón de muertos, eso si, vivos en boca de otros.

viernes, 27 de septiembre de 2013

La reedición

Acabé por hacer una recreación para que la idea-fuerza (palabro de manual de coach) tomara eso: preponderancia; pero parece que no se le está haciendo mucho caso a los hechos que les sitúo facilmente: En un barrio populoso de Almería, el Quemadero, desde hace más o menos un año se han vuelto a abrir las cuevas que se cerraron y con el acceso a una vivienda digna de sus habitantes hace veinte y se ha construido una chabola a los pies de ellas. La circunstancia inmunda la pongo en conocimiento de una formación política para intervenir ante esta desgracia. No hay respuesta, reinsistiré.
Para ilustrar, en un ejercicio de memoria y delectación me inventé el cuento que sigue, que recuerda a un periódico muerto, y a un periodista también muerto. Lo titulé, dentro de toda mi exposición de motivos del hecho a abordar, simplemente 'Cuento'.
.
Aquí os lo dejo.
El viejo periodista Fernando Cano Gea se levantó sabiendo que la historia tenía molla, al llegar a la redacción se lo dijo al viejo Fabio y hacia las doce salieron.
Fernando sabía que a su director le gustaban esas historias, a él también; fue oteando, intervino con su cara de hombre de campo traviesa en las cuevas y chabolas, el viejo Fabio hizo sus fotos, las mujeres le contaron la situación desgarradora,  los hombres miraban desde enfrente, los niños correteaban y el cronista derechista y curtido, les tocaba las cabezas.
Salieron de allí hacia las dos y Joaquinito Abad decidió al llegar a las cuatro que era el tema que abría la edición de La Crónica con foto a cinco columnas más las páginas tres y cuatro.
El alcalde de la ciudad, despertó con el diario La Crónica puesto por Carmina encima del portafirmas, llamó a Charín y también a TT, se reunieron hacia las once.
A las once llegó Fernando a su puesto con sus sandalias de andariego y le preguntó a la secretaria del director: “han llamado ya de alcaldía”.
Se puso a mirar los fax, a llamar a amigos de los pueblos y a mirar otros asuntos del día, a las dos menos diez en El Lengüetas se vio con el viejo Fabio y al segundo trago al botellín le dijo al viejo amigo: “Mañana, quizá pasado, vamos a ir a hacer otro reportajillo por El Alquián, una cosa con más enjundia que lo de ayer que me ha comentado hoy Manolillo”.
A las cuatro Joaquín Abad le dice al curtido cronista que ‘peniaba canas’ que al día siguiente a las once estarían de visita institucional en el lugar de los hechos Santi, Gurriarán y TT.
“Puff”, el cazador de noticias le espeta a su jefe: “Yo me voy mañana con Fabio a hacer otra cosa, mandas al fotógrafo nuevo y a la niña esa de prácticas”.

DEP el viejo periodista derechista, cronista infatigable, que tenía claro el ‘que inventen ellos’. Su misión había terminado.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Mis padres no se querían

Mis padres no se querían, coincidieron, no fue una conclusión o si,  sino parte de la terapia para saber las causas de sus males, entre ellos el de amores.
Me lo confiaron con firmeza, con esa rotundidad que ni trasfiere cabreo, ni sequedad, sino algo así como conescendencia mezclada con cierta lástima.
Me lo dijeron porque nos une esa hermandad que se llama amistad, y porque la trama de la terapia psicológica urga en estas cosas propias de la infancia y saca esa verdad pasmosa con ellos adultos y el padre muerto. Saber eso les hará mejores, y sobre todo conscientas de cómo fueron sus padres en plural.
Le dedico estas palabras al hecho, más que a ellos porque ha sido muy cercano en el tiempo el descubrimiento de ambos, y coincidente en el medio: la terapia psicológica o traspersonal de las que han sido objeto, ambos, distintos, conocidos pero no allegados entre si. Con sustancial diferencia de edad, y generaciones muy dispares las de sus padres. Es muy curioso que el camino a la resolución de sus males les haya dado una pauta igual en el inicio de sus caminos 'mis padres no se querían', idénticas palabras ante mi.
Yo no he pensado, no tengo los medios quizá, no he llegado a saber si mis progenitores s querían, con todo el entramado de cuerdas sonantes y asonantes que esto debe tener., pero el hallazgo de mis amigos, mediados por un profesional y un sistema me ha sorprendido, pensar que si en mi vida llegara a esa conclusión me parecería terrible es una mentira, yo no soy ellos, me parecería triste solamente.
Explicar el amor es harto difícil, dicen, me transfieren ellos dos que es el secreto de la felicidad; ese asunto mollar les llevó a deducir eaquello otro en unos que no son ellos pero que les han constituido, quizá también ellos han encontrado en esa consulta profesional el camino de la felicidad. Me alegro.
'Mis padres no se querían'. Al final de los días uno se imagina el anuncio de Fabada Litoral, con él y ella en un spot de veinte segundos. Muertos ellos, vivas ellas, mis cercanos han sacado en el diván que el ausente y la presente tenían los días torcidos y no llegaron ni al notario ni al juez, ni al psicólogo tampoco, viéndose hoy los descubridores, huérfanos como fruto de ese amor.
En el camino de los días alguien pensó que se debía tirar para adelante, la gran trampa, el bálsamo lo ponía La Jurado tirada en su camastro 'si amanece y ves...', o en el coche al volver de casa de los titos. Tirar para adelante por no destrozarnos del todo. Hoy un extraño les saca a los hijos de agobio el mensaje que, si, les pertenece. Si en el plato lleno había una cucharada amarga, no era para vaciar el plano en el water, pensarían los hombres que conducían y las mujeres que cantaban.
La madre mía, con la que viajaré en breve a los lugares comunes del que fue su hombre y ella misma, con cuatro  hijos y cierta juventud pensó más de una vez, esto lo ha dicho ella, dejar la llave colgada y emprender viaje de retorno a la casa donde se crió. Incluso con esto, no puedo asegurar lo que si mis amigos, y si un día me siento en el diván y se deshilacha por ahí la almoada, creo que no me levantaré con sus caras de sorpresa.
Me gustaría por ellos volver a empezar. Por los que no se querían.

viernes, 23 de agosto de 2013

Adolescencia

Lo tengo reservado, pero a tenor de una larga visita del compañero y amigo que venía a observar mi obra para escribir unas letras lo saqué. La figura a más casi del doble de tamaño natural me representa a mi, a mi cuando tenía dieciocho años y en estas, mientras observaba el lienzo que era un extra y no venía a cuento de lo que llevábamos entre manos le dije a mi amigo: “si tiene la cara de melancolía de todos los adolescentes”.
Cuando salí a la puerta a fumar vi a los dos chicos de la foto, están abandonando la edad de la cara de melancolía, pero estaban de feria, lo pregunté, si, eran de fuera y llevaban el desenfado con las dos chicas que les acompañaban y no se pusieron en la foto por una cuestión sobreentendida, me interesaba el atuendo festivo de estos dos y ellos supieron que me gustaban aún más el atrevimiento de sus complementos, pero rieron con una risa nerviosa que es proclive al abandonar la niñez y que en los dentones como ellos se tiene siempre, una risa complaciente.
En uno de mis sobrinos he vuelto a ver y veo la cara de melancolía del hombrecito que fui, a algunos se nos queda, como a otros les sucede cada día su ‘cuerpo triste’ que cantaron Los Estopa.  Tenemos las ideas de un mundo que estrenamos y no comprendemos entre los trece y los veinte, a veces se nos queda lo el día a día de nuestros hermanos mayores, las primeras cuñadas, los regalos de las abuelas, los deseos de las motos, ahora los móviles y los servicios sedentarios. Un sociólogo creíble dijo que era la edad más difícil, y en la que se sufre más pánico.
También quizá la edad de pasarse todo por el ‘arco del triunfo’ y ver que el calendario por estrenar no va a acabar de pronto. Las películas de adolescentes, he ido a ver unas cuantas, necesitan un drama para ponernos a los adultos el estómago revuelto y a los coetáneos el aviso en la frente.
Los chicos de la foto iban muy contentos por entre los paisanos en feria, iban a su rollo, desenfadados, atrevidos, risueños y generosos. No les apretaba el decíamos ayer y hemos hecho hoy, tienen el mundo por descubrir, por estrenar. Las marcas en el camino, y en la cara y en la entrepierna les irán dando el carácter profesional, como al cantante de rock que se puso una chupa y se hizo una foto antes de ser cantante de rock.
Pero a los cara de melancolía y a los cara de festividad, si comparten edad se les nota sobre todo en la rosca del iris y en el brillo del cristalino que han visto únicamente lo que les ha dejado su tiempo de vida. Lo que les quede por ver vendrá solo, se alargarán las narices y se constreñirán los labios, y mirarán sus fotos o sus retratos sin pasión alguna, verán en ellos  quizá un recuerdo de propio o de otros, del momento representado, sin saber bien cómo sentían, cómo actuaban, qué les movía. Por esa inocencia, me regalaron la foto que hoy les ofrezco aquí y por este pudor 'profesional' guardo el retrato propio en el fondo de armario.
No queríamos todo porque no éramos nadie, no perdíamos nada en ese juego, no inventamos algo nuevo a drede, nos fuimos haciendo y separando, crecimos hasta hoy, en que se nos ha cambiado la cara.
Verles así, me emocionó de veras.
No vuelvan al trabajo, y sigan su vida. Sigan jóvenes, sigan fuertes, sean libres.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Evocación

Salió la conversación ante el parabrisas y la carretera, sobre las palabras el llanto. La provocación, la parada, las causas. El llanto solitario y a escondidas, fruto de lo desgraciado, motivado por los buenos momentos. (Se canta lo que se pierde). No sé si con la palabra cosa que harto me duele. Lloramos con evocación. Lloramos por evocación, solos a hurtadillas, y reímos de forma colectiva, también por lo mismo,  transidos de alcohol o henchidos de historia colectiva.
Mi amor, por motivo de mi aniversario fue a buscar a mis queridos para que evocaran dentro del televisor historias vividas conmigo. El mejor, quien habló con más malaleche y provocó a más verdad menos veleidad, fue el verdadero superviviente de todos los artistas televisivos y queridos míos, el hombre que aún tiene un presente encenegado y un futuro ardiente, y con todo puestos en corro los que fuimos, es quien mejor apuntala un historial común, lleno de chispas y rodeado de misiera. Se llora lo que se pierde. Vivir de pronto es ponerse de luto, hacerte un  ahogaíllo o sacar los pies del plato. Agarrarte a lo que hay, dar recomendaciones en pantalla y sentirnos vulnerables en cuanto que las certezas son una lluvia de perseidas. Aprender a quererse y perdonarse, recetas para todos, rememorar que regalé lo que tenía. Cuando nos creamos supervivientes se  habrá vuelto  vertical el horizonte y aún así habrá quien ría, quien muera riendo.

Me suena el teléfono mientras veo los cuadros recomendados, la muestra se titula ‘Sagrada forma’ la paleta está muy currada y el final son inmensas montañas y laderas, el pintor pinta y escribe en su trance, asevera lo siguiente a vuelarotu:  “el recuerdo es el que nos construye”. Me invitan a desayunar, suena por el horizonte de la mañana agosteña la canción de Víctor, la única detallable ‘.. . a cada paso que anduvimos…”

jueves, 27 de junio de 2013

Marcapatrias


Admiraba a Lula Dasilva incluso a su sucesora Dilma Rouseff, les puedo seguir admirando pese a que se haya liado una revuelta que empieza por el precio del transporte y acaba por otros aspectos de las condiciones de vida de los brasileiros.
Nos vendieron, estuvimos hablando algunos amigos sobre la emergencia del grandón país, sus posibilidades, y ahora esto. De mi juventud a mi umbral de madurez no se cuanto he cambiado evolucionado, desperezado o desencantado, pero siempre admiré a la pertinaz Ángeles Caso. Era mi presentadora de los años de instituto, después se fue a la literatura con aquel primer premio que no recuerdo, bien, el caso es que ella interviene en la Ser y dice que en los ochenta vivió en Río de Janeiro, acabó sus estudios y se fue a probar suerte, frente a su piso compartido (cerca del Estadio de Maracaná) había una favela en la que se vivía muy mal pero los fines de semana había cancha de fútbol y junto a esta espacio de vecindad donde se bailaba samba, ambas cosas de viernes a lunes de madrugada. Pan y fútbol dijo después, y a la tercera asestó el hachazo en el espinazo “no esperaba esto de los brasileños porque son conformistas, me ha sorprendido, Lula se ha dedicado a hacer una campaña informativa de la bonanza del país, Brasil es un país que tiene dos de las peores cosas corrupción y violencia”. Esto dijo no textual pero si contextualmente.
El gobierno de ahora de España quiere vender una cosa que se llama ‘Marca España’ y a la par quita presupuesto a los Institutos Cervantes y cierra algunos. Embajadores y cónsules están a la labor. Jodió mucho el reportaje de la crisis con fotos en blanco y negro en el New York Times, Madrid quiere Eurovegas.
Pérez Reverte ha ido a visitar a un amigo pintor de batallas al que le ha elogiado un cuadro de la guerra de Afganistán, y a petición suya le ha escrito tras el lienzo, que colgará en un museo militar de Toledo -no va a estar en la Almadraba de Monteleva ¡claro!- le ha escrito digo: “Durante siglos, en cada una de sus huellas estuvo España”. El pintor, cuando se retiren las tropas del todo pondrá nombre y apellidos de todos los españoles caídos.
Me parece lo más normal del mundo que los gobernantes y estadistas promocionen las acciones que hacen, den una idea de su gobierno o estado, idealizada, falsa, de venta. Me parece que los hombres repartidos son los que hacen la marca y por eso nada mejor para la campaña de este gobierno que la desbandada que tenemos por Europa y América de nacidos aquí, allí hablarán bien, con los de aquí nos pondrán a caer de un burro. Vendrán con mundología.
Con todo lo del arranque de esta entrada tengo ganas de ir a Brasil, no para quedarme. España no se el report del New York Time ni Brasil es Ángeles Caso. Perú, me imagino que es los que danzaban en la Playa de San Miguel en San Juan y jugaban al vóley y asaban pollo y tenían gafas ridículas, y  Rumanía los rumanos que movían las manos ante el acordeonista y la guitarrista en la misma playa bebiendo Ángelis con hielo, pareados a los peruanos; ambos con los mejores generadores de luz en una fiesta particular dentro de una celebración levantina cuyo ritual es comer sardinas, lavarse los ojos, prender fuegos y emborrizarse en arena.
Mis paisanos en San Juan fueron menos que otros años, hicieron hogueras ridículas y soltaron unos farolillos con fuego venidos de China.
La marca es lo que deja huella, Pérez Reverte a lo mejor no está equivocado: pisamos terreno y sobre la marca surge uno de nosotros, los patrios. Es jodido que desde los ochenta en que la periodista Ángeles Caso fuera a realizar trabajos como historiadora del Arte en un país tan pobre sigan sobresaliendo la corrupción y la violencia. Ojo al parche por lo primero de los dos males brasileiros, a lo mejor no nos jode la marca, pero nos jode España.

PD: ¡Ah! se me olvidaba, vuelvan a ver aquel video ‘Españistán’ que tanta gracia les hizo.

domingo, 16 de junio de 2013

Hacer las fiestas

No es un relaciones públicas, ni el dj de moda, ni el gogó que esperabas. Hacer las fiestas en el argot familiar fue siempre vender turrón mientras el santo salía, la verbena trascurría o sonaba la traca. Así conocieron todos mis antepasados a los tontos del pueblo, a los alcaldes y los curas, y por supuesto a los municipales o alguaciles que cobraban el sitio.
Tengo un primo titulado de FP en electricidad, con, yo creo, más de veinte años en su empresa propia, instalador… que llegó a tener varios trabajadores, que se vuelve a echar a las fiestas, un asunto que en los de mi apellido inició mi abuelo en la primera postguerra y ahora torno del convento de las monjas empuja a este hombre joven a volver al mismo asunto (puerta rotatoria de la central del banco, supongo).
De su boca no lo he sabido, sino de la de su hermana, y eso que coincidimos en el sitio de pasar las itvs de forma rauda. Le llevaba allí, se después, el control del gancho de remolque para colgar lo que será el puesto, tal y como, recuerdo, hace dos décadas se configuraron todos los ambulantes que hacían las delicias de los días patronales.
Mi madre, vivida ella, decía un lustro atrás que la gente está harta de to, y que quien leche va a comprar turrón o gominolas o una baratija en las calles de un ferial. Pues ya ven.
Me resultó atronador saber esto. Volvemos al pasado del fervor  laudatorio y a bailar con la orquesta (que es un trío), y a lustrar los zapatos. Es un jai el retorno  a andar y andar los caminos desde que se va poniendo el sol hasta que los atracanados se van a por los churros, la reedición, la segunda parte. Si, es un jai.

Si el mundo da muchas vueltas que a mi me pille de espaldas.

martes, 4 de junio de 2013

El olvido


‘Deseando una cosa, parece un mundo, luego que se consigue ya todo es humo’ cantaba el ínclito Enrique Morente, quien viene, así solo, sin cante, alguna que otra vez a mi memoria, supongo que a la de los suyos muchas más a menudo.
Hice novillos algún tiempo, no adrede, no a posta, no pretendidamente, yo soy de los de cerrar capítulo, pero no tenía la historia terminada, ha sido la vagancia, la dejadez y otras ocupaciones lo que me han alejado de esta pintada en la fachada con ventana que un día por otro pasaba desapercibida en mi paisaje, pero esta tarde me he dicho voy a retomar mi atención, y a escanearle a una prima lejana los diarios de un antepasado nuestro, y olalá, escuchar música entre tanto, y dentro estaba Moustaki, tantas veces oído y desde que ha caído a la fosa, escuchado también con fruición.
Los motivos del olvido que los cuenten los estudiosos, el olvido es como una siesta de hace veinte minutos en una casa húmeda del Barrio Alto, con calor fuera y la atmósfera fresca y comprimida dentro, mirando un broncherón que escalonadamente presenta el ámbar de hace unas décadas, el beig que se llevó unos años después, el blanco que debía haberse dejado siempre, el celeste de hace otros años, el salmón de cuando la tita puso en la estancia el salón de peluquería, y varias manos del blanco final, el que hoy (hace dos décadas) seccionado nos presenta este mapa. El olvido es no remendar el broncherón, y el recuerdo todo lo que he contado, que de haber estado repuesto el color final no me hubiera rememorado nada de lo anterior.
La restitución de las memorias históricas las hacen dos cronistas locales en la contra de un diario uno, el sustituto, y el titular en la página 8-10 del otro diario. Rememoran a su manera documental o a oído de bar lo que fue y quién fue aquel, el otro. Los políticos y familiares piden la erección de monumentos y el reconocimiento en los hechos masivos, comunes, atroces e imborrables (esto último es mentira, todo será borrable).
Los amigos comprometidos aún con lo que fuimos-hicimos-promulgamos se reúnen para que no caiga en el olvido el legado de lo que fue un espacio común, una por un descuido organizativo se quiere apropiar cuando le han dado para la custodia los documentos reales de la historia. Empezar de nuevo, sobre la nada, sobre los recuerdos sueltos es difícil cuando el camino recorrido está testado. Así se sabe por lo que quieren custodiar el legado.
El hombre que iniciaba viaje empezó a decir tonterías, a confundir a los presentes, gentes tan cercanas como que contribuyó a concebirlas. Al hombre se le pasó el no saber que emprendía viaje, las caras de cada uno, qué hacía allí. Fue un brote en el fruto de los tiempos.
La primavera árabe pasó, y el quinceeme, y las lecciones nacionales, y la crisis se atenúa y si no, se sobrelleva, mi  coche sigue sucio de hace un año, pero me han mandado una carta con fecha para la itv, los maletines en el sofá del comedor llevan desde Pascua y el queso en aceite también porque no ha venido quién para gastarlo.
El olvido llega por desidia, a veces selectivo, a veces porque es lo mejor; aquellas siestas mirando el broncherón antes de cerrar los ojos o después de haberlos abierto no se parece a esta de hoy, el tiempo, la experiencia y la razón me han convertido en otro. El afán de los días. Pero el broncherón, porque la pared sigue en pie, estará allí de testigo de lo contado.
Mi capricho, y en cierto modo mi compromiso me procuran hoy con el scaners para enviar el diario del viejo familiar, y los veinte minutos ante el teclado para decir que siguen la ventana con la pintada sobre el camino de la vida, que siguen qué, nada que siguen siendo una visión inventada donde la memoria espera la experiencia de mañana en la curva de después, la que hay al pasar la pintada y la ventana.
Sabina olvidó la lección a la vuelta de un coma profundo. Yo me levanté simplemente acalorado y con ganas de zurrir el bombo de las letras y abrir la boca de las sílabas, y cumplir un viejo precepto. Echar un vistazo a la azotea de los días, pensando que los damnificados no tienen el derecho a esperar las condolencias, deben exigir sus derechos, si los tienen, y si no, aguantarse con lo que les caiga.

martes, 5 de febrero de 2013

El escaramujo


Íbamos andando y me paré, y pregunté, y… era la vaina con semillas de un rosal, de un rosal silvestre, aprendo  a saber después.
Una vaina con una boquita como una granada aplastada, me la embucho en el chándal, pretendo tener rosales de esa célula encontrada, pero el viento de poniente merma las posibilidades, dos quedan en un pastillero sin aire de pastillero, dado en un herbolario, nada que ver con los pastilleros nacarados, con plata, de palacio.
Entro a ver en Internet cómo se plantan estas semillas de rosal y resulta que los latinoamericanos contestan: si quieres hacer las cosas difíciles: planta las semillas; si las quieres hacer fáciles coge un esqueje de rosal y de pronto estará más grande y dará menos fallos, además las flores serán del color del rosal que utilizaste, las de las semillas pueden serlo de cualquier otro color.
Yo creo que soy de los caminos difíciles, por una inercia laboriosa. Resulta que esa vaina es el escaramujo al que cantaba el cantautor comunista, que era del mar y del rosal, y a lo que nunca le hice caso en la letra.
Otra cosa distinta a todo esto es que yo tenga rosales y rosas. A mi no me hagan caso, pero miren a Latinoamérica, anden. Trabajan menos y duran más, si no los matan antes.