viernes, 23 de agosto de 2013

Adolescencia

Lo tengo reservado, pero a tenor de una larga visita del compañero y amigo que venía a observar mi obra para escribir unas letras lo saqué. La figura a más casi del doble de tamaño natural me representa a mi, a mi cuando tenía dieciocho años y en estas, mientras observaba el lienzo que era un extra y no venía a cuento de lo que llevábamos entre manos le dije a mi amigo: “si tiene la cara de melancolía de todos los adolescentes”.
Cuando salí a la puerta a fumar vi a los dos chicos de la foto, están abandonando la edad de la cara de melancolía, pero estaban de feria, lo pregunté, si, eran de fuera y llevaban el desenfado con las dos chicas que les acompañaban y no se pusieron en la foto por una cuestión sobreentendida, me interesaba el atuendo festivo de estos dos y ellos supieron que me gustaban aún más el atrevimiento de sus complementos, pero rieron con una risa nerviosa que es proclive al abandonar la niñez y que en los dentones como ellos se tiene siempre, una risa complaciente.
En uno de mis sobrinos he vuelto a ver y veo la cara de melancolía del hombrecito que fui, a algunos se nos queda, como a otros les sucede cada día su ‘cuerpo triste’ que cantaron Los Estopa.  Tenemos las ideas de un mundo que estrenamos y no comprendemos entre los trece y los veinte, a veces se nos queda lo el día a día de nuestros hermanos mayores, las primeras cuñadas, los regalos de las abuelas, los deseos de las motos, ahora los móviles y los servicios sedentarios. Un sociólogo creíble dijo que era la edad más difícil, y en la que se sufre más pánico.
También quizá la edad de pasarse todo por el ‘arco del triunfo’ y ver que el calendario por estrenar no va a acabar de pronto. Las películas de adolescentes, he ido a ver unas cuantas, necesitan un drama para ponernos a los adultos el estómago revuelto y a los coetáneos el aviso en la frente.
Los chicos de la foto iban muy contentos por entre los paisanos en feria, iban a su rollo, desenfadados, atrevidos, risueños y generosos. No les apretaba el decíamos ayer y hemos hecho hoy, tienen el mundo por descubrir, por estrenar. Las marcas en el camino, y en la cara y en la entrepierna les irán dando el carácter profesional, como al cantante de rock que se puso una chupa y se hizo una foto antes de ser cantante de rock.
Pero a los cara de melancolía y a los cara de festividad, si comparten edad se les nota sobre todo en la rosca del iris y en el brillo del cristalino que han visto únicamente lo que les ha dejado su tiempo de vida. Lo que les quede por ver vendrá solo, se alargarán las narices y se constreñirán los labios, y mirarán sus fotos o sus retratos sin pasión alguna, verán en ellos  quizá un recuerdo de propio o de otros, del momento representado, sin saber bien cómo sentían, cómo actuaban, qué les movía. Por esa inocencia, me regalaron la foto que hoy les ofrezco aquí y por este pudor 'profesional' guardo el retrato propio en el fondo de armario.
No queríamos todo porque no éramos nadie, no perdíamos nada en ese juego, no inventamos algo nuevo a drede, nos fuimos haciendo y separando, crecimos hasta hoy, en que se nos ha cambiado la cara.
Verles así, me emocionó de veras.
No vuelvan al trabajo, y sigan su vida. Sigan jóvenes, sigan fuertes, sean libres.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Evocación

Salió la conversación ante el parabrisas y la carretera, sobre las palabras el llanto. La provocación, la parada, las causas. El llanto solitario y a escondidas, fruto de lo desgraciado, motivado por los buenos momentos. (Se canta lo que se pierde). No sé si con la palabra cosa que harto me duele. Lloramos con evocación. Lloramos por evocación, solos a hurtadillas, y reímos de forma colectiva, también por lo mismo,  transidos de alcohol o henchidos de historia colectiva.
Mi amor, por motivo de mi aniversario fue a buscar a mis queridos para que evocaran dentro del televisor historias vividas conmigo. El mejor, quien habló con más malaleche y provocó a más verdad menos veleidad, fue el verdadero superviviente de todos los artistas televisivos y queridos míos, el hombre que aún tiene un presente encenegado y un futuro ardiente, y con todo puestos en corro los que fuimos, es quien mejor apuntala un historial común, lleno de chispas y rodeado de misiera. Se llora lo que se pierde. Vivir de pronto es ponerse de luto, hacerte un  ahogaíllo o sacar los pies del plato. Agarrarte a lo que hay, dar recomendaciones en pantalla y sentirnos vulnerables en cuanto que las certezas son una lluvia de perseidas. Aprender a quererse y perdonarse, recetas para todos, rememorar que regalé lo que tenía. Cuando nos creamos supervivientes se  habrá vuelto  vertical el horizonte y aún así habrá quien ría, quien muera riendo.

Me suena el teléfono mientras veo los cuadros recomendados, la muestra se titula ‘Sagrada forma’ la paleta está muy currada y el final son inmensas montañas y laderas, el pintor pinta y escribe en su trance, asevera lo siguiente a vuelarotu:  “el recuerdo es el que nos construye”. Me invitan a desayunar, suena por el horizonte de la mañana agosteña la canción de Víctor, la única detallable ‘.. . a cada paso que anduvimos…”