Para ilustrar, en un ejercicio de memoria y delectación me inventé el cuento que sigue, que recuerda a un periódico muerto, y a un periodista también muerto. Lo titulé, dentro de toda mi exposición de motivos del hecho a abordar, simplemente 'Cuento'.
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Aquí os lo dejo.
El viejo periodista Fernando Cano Gea
se levantó sabiendo que la historia tenía molla, al llegar a la redacción se lo
dijo al viejo Fabio y hacia las doce salieron.
Fernando sabía que a su director le
gustaban esas historias, a él también; fue oteando, intervino con su cara de
hombre de campo traviesa en las cuevas y chabolas, el viejo Fabio hizo sus
fotos, las mujeres le contaron la situación desgarradora, los hombres miraban desde enfrente, los niños
correteaban y el cronista derechista y curtido, les tocaba las cabezas.
Salieron de allí hacia las dos y
Joaquinito Abad decidió al llegar a las cuatro que era el tema que abría la
edición de La Crónica con foto a cinco columnas más las páginas tres y cuatro.
El alcalde de la ciudad, despertó con
el diario La Crónica puesto por Carmina encima del portafirmas, llamó a Charín
y también a TT, se reunieron hacia las once.
A las once llegó Fernando a su puesto
con sus sandalias de andariego y le preguntó a la secretaria del director: “han
llamado ya de alcaldía”.
Se puso a mirar los fax, a llamar a
amigos de los pueblos y a mirar otros asuntos del día, a las dos menos diez en
El Lengüetas se vio con el viejo Fabio y al segundo trago al botellín le dijo
al viejo amigo: “Mañana, quizá pasado, vamos a ir a hacer otro reportajillo por
El Alquián, una cosa con más enjundia que lo de ayer que me ha comentado hoy
Manolillo”.
A las cuatro Joaquín Abad le dice al
curtido cronista que ‘peniaba canas’ que al día siguiente a las once estarían
de visita institucional en el lugar de los hechos Santi, Gurriarán y TT.
“Puff”, el cazador de noticias le
espeta a su jefe: “Yo me voy mañana con Fabio a hacer otra cosa, mandas al fotógrafo
nuevo y a la niña esa de prácticas”.
DEP el viejo periodista derechista,
cronista infatigable, que tenía claro el ‘que inventen ellos’. Su misión había
terminado.