viernes, 27 de septiembre de 2013

La reedición

Acabé por hacer una recreación para que la idea-fuerza (palabro de manual de coach) tomara eso: preponderancia; pero parece que no se le está haciendo mucho caso a los hechos que les sitúo facilmente: En un barrio populoso de Almería, el Quemadero, desde hace más o menos un año se han vuelto a abrir las cuevas que se cerraron y con el acceso a una vivienda digna de sus habitantes hace veinte y se ha construido una chabola a los pies de ellas. La circunstancia inmunda la pongo en conocimiento de una formación política para intervenir ante esta desgracia. No hay respuesta, reinsistiré.
Para ilustrar, en un ejercicio de memoria y delectación me inventé el cuento que sigue, que recuerda a un periódico muerto, y a un periodista también muerto. Lo titulé, dentro de toda mi exposición de motivos del hecho a abordar, simplemente 'Cuento'.
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Aquí os lo dejo.
El viejo periodista Fernando Cano Gea se levantó sabiendo que la historia tenía molla, al llegar a la redacción se lo dijo al viejo Fabio y hacia las doce salieron.
Fernando sabía que a su director le gustaban esas historias, a él también; fue oteando, intervino con su cara de hombre de campo traviesa en las cuevas y chabolas, el viejo Fabio hizo sus fotos, las mujeres le contaron la situación desgarradora,  los hombres miraban desde enfrente, los niños correteaban y el cronista derechista y curtido, les tocaba las cabezas.
Salieron de allí hacia las dos y Joaquinito Abad decidió al llegar a las cuatro que era el tema que abría la edición de La Crónica con foto a cinco columnas más las páginas tres y cuatro.
El alcalde de la ciudad, despertó con el diario La Crónica puesto por Carmina encima del portafirmas, llamó a Charín y también a TT, se reunieron hacia las once.
A las once llegó Fernando a su puesto con sus sandalias de andariego y le preguntó a la secretaria del director: “han llamado ya de alcaldía”.
Se puso a mirar los fax, a llamar a amigos de los pueblos y a mirar otros asuntos del día, a las dos menos diez en El Lengüetas se vio con el viejo Fabio y al segundo trago al botellín le dijo al viejo amigo: “Mañana, quizá pasado, vamos a ir a hacer otro reportajillo por El Alquián, una cosa con más enjundia que lo de ayer que me ha comentado hoy Manolillo”.
A las cuatro Joaquín Abad le dice al curtido cronista que ‘peniaba canas’ que al día siguiente a las once estarían de visita institucional en el lugar de los hechos Santi, Gurriarán y TT.
“Puff”, el cazador de noticias le espeta a su jefe: “Yo me voy mañana con Fabio a hacer otra cosa, mandas al fotógrafo nuevo y a la niña esa de prácticas”.

DEP el viejo periodista derechista, cronista infatigable, que tenía claro el ‘que inventen ellos’. Su misión había terminado.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Mis padres no se querían

Mis padres no se querían, coincidieron, no fue una conclusión o si,  sino parte de la terapia para saber las causas de sus males, entre ellos el de amores.
Me lo confiaron con firmeza, con esa rotundidad que ni trasfiere cabreo, ni sequedad, sino algo así como conescendencia mezclada con cierta lástima.
Me lo dijeron porque nos une esa hermandad que se llama amistad, y porque la trama de la terapia psicológica urga en estas cosas propias de la infancia y saca esa verdad pasmosa con ellos adultos y el padre muerto. Saber eso les hará mejores, y sobre todo conscientas de cómo fueron sus padres en plural.
Le dedico estas palabras al hecho, más que a ellos porque ha sido muy cercano en el tiempo el descubrimiento de ambos, y coincidente en el medio: la terapia psicológica o traspersonal de las que han sido objeto, ambos, distintos, conocidos pero no allegados entre si. Con sustancial diferencia de edad, y generaciones muy dispares las de sus padres. Es muy curioso que el camino a la resolución de sus males les haya dado una pauta igual en el inicio de sus caminos 'mis padres no se querían', idénticas palabras ante mi.
Yo no he pensado, no tengo los medios quizá, no he llegado a saber si mis progenitores s querían, con todo el entramado de cuerdas sonantes y asonantes que esto debe tener., pero el hallazgo de mis amigos, mediados por un profesional y un sistema me ha sorprendido, pensar que si en mi vida llegara a esa conclusión me parecería terrible es una mentira, yo no soy ellos, me parecería triste solamente.
Explicar el amor es harto difícil, dicen, me transfieren ellos dos que es el secreto de la felicidad; ese asunto mollar les llevó a deducir eaquello otro en unos que no son ellos pero que les han constituido, quizá también ellos han encontrado en esa consulta profesional el camino de la felicidad. Me alegro.
'Mis padres no se querían'. Al final de los días uno se imagina el anuncio de Fabada Litoral, con él y ella en un spot de veinte segundos. Muertos ellos, vivas ellas, mis cercanos han sacado en el diván que el ausente y la presente tenían los días torcidos y no llegaron ni al notario ni al juez, ni al psicólogo tampoco, viéndose hoy los descubridores, huérfanos como fruto de ese amor.
En el camino de los días alguien pensó que se debía tirar para adelante, la gran trampa, el bálsamo lo ponía La Jurado tirada en su camastro 'si amanece y ves...', o en el coche al volver de casa de los titos. Tirar para adelante por no destrozarnos del todo. Hoy un extraño les saca a los hijos de agobio el mensaje que, si, les pertenece. Si en el plato lleno había una cucharada amarga, no era para vaciar el plano en el water, pensarían los hombres que conducían y las mujeres que cantaban.
La madre mía, con la que viajaré en breve a los lugares comunes del que fue su hombre y ella misma, con cuatro  hijos y cierta juventud pensó más de una vez, esto lo ha dicho ella, dejar la llave colgada y emprender viaje de retorno a la casa donde se crió. Incluso con esto, no puedo asegurar lo que si mis amigos, y si un día me siento en el diván y se deshilacha por ahí la almoada, creo que no me levantaré con sus caras de sorpresa.
Me gustaría por ellos volver a empezar. Por los que no se querían.