martes, 29 de diciembre de 2015

Inventario


En las cocinas no existe la soledad. Los objetos, los utensilios, las herramientas te hablan, te llaman como en las novelas del catalán. En las cocinas siempre hay algo que hacer, y por lo vivido, siempre se cuece algo. Yo pienso mejor ante la olla que sobre la almohada.
Para rematar la cena de un día alargado he sacado un yogurt que caducaría el tercer día del próximo año, creí que era el penúltimo pero era el último. No quedan más yogures y se acaba el año.
Quienes me conocen desde que casi no había fermentado saben que soy amigo íntimo de hacer un inventario del año el último día del mismo (ese para mi y para mis muertos) pero lo vivido y lo fabulado que va a venir para que yo lo viva me ha tirado al folio del blog.
Si no lo remedia nada traspasaré el tranco de 2016 en una ceremonia civil donde la gente se dará la paz de la misa ordinaria de forma laica. Quiero ver sus caras y las mías, como cuando te echa la mano el de alante en el banco parroquial.
En previsión he comprado papel higiénico -en previsión de los días que quedan para el próximo año-, aceite de girasol, azucarillos, mejillones, pan tostao en biscotes y yo que se, creo que tengo desodorante para un tiempo.
El grupo de wassap que se creó hace… años convocó para hoy unas cervecitas y he asistido a un encuentro impagable con los conocidos que están repartidos por España, y los que siendo vecinos venían de viaje. La conversación, tras risas, ha acabado en lo mismo, en la anécdota del mismo que hizo lo mismo una vez: mear en la puerta de la Catedral bajándose, con dos cojones de una actuación propia en el escenario que había en la misma plaza. Me se la historia de pe a pa desde el día que ocurrió.
La noche anterior cené lo que he tapeado hoy, jamón cocido, una cosa que yo…  como una vez cada dos años, es un poner. Nos dieron en la cocina las tantas y acabé casi con el anís, pero no con el tabaco, porque donde se fabrica lo último que faltaba es que se agotaran las existencias.
He dicho que compré leche, lo hice buscando bien una que caduque en febrero próximo, a sabiendas que como desayuno casi siempre en la calle, tiraré más de medio litro, pero me agrada ser previsor.
Si el año pasado por vez primera pasé la nochevieja lejos de casa, este año por primera vez cenaré con los no consanguíneos estando cerca los otros. 
Me dijo una vez un moro que todas las cuentas empiezan de cero, osea, digo yo en cristiano, que siempre hay una primera vez, si no te mueres antes claro, o si ni habías imaginado o pensado lo que tienes posibilidad de hacer.
¿Está todo en orden? No lo crean.
Acabo de preguntarle a un amigo, porque me lo ha puesto a huevo, que si va a dejar de quejarse. Me ha devuelto la pregunta sin más. La gente tiene estas cosas sobre el presente mientras que los yogures esperan tres días sin decir ni m’u en el frigo, los cartones de leche tienen largo recorrido, pero se que los superaré, mientras nosotros pensamos y hablamos constantemente, incluso solos. Es lo que nos diferencia.
Somos impulsivos amigos, especialmente para las compras, eso infolibre, pepanistan y la gaceta de los céntimos lo sabe muy bien. Pero cambiar de casa y de país nos cuesta mucho aunque tengamos la posibilidad y el dinero. También asumir que hemos cambiado de palabras (que son la primera parte de lo que viene ahora…) y de ideas, porque nos hace reexplicarnos y desituarnos. Somos así, ya lo escribió el sabihondo de Manuel Alcántara. Feliz 2016.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

¡Sopla! Que viene pelando

No tengo ningún empacho. Lo que tengo es un resfriado de dinosaurio. Expulso hacia fuera los males de dentro, ya un mes y pico. Y no es porque no haya comido, ni porque no me haya tomado todo remedio de botica y herbolario. Así que le den y me den.
Que vivan las Pascuas, que vivan las Pascuas, se come se bebe y no se trabaja. Mentira podría (podría de putrefacción). Españoles, se la habéis liao buena a esas formaciones que se llaman partidos, y al pobrecito Felipito, que a ver cómo refiere mañana el ‘secreto de Estado’.
Yo trabajo y gasto, vaya unos cojones, que llegue la Navidad así para mi tiene una gracia tremenda. Que Dios me perdone ¿qué mejor que trabajar y gastar? Mi pensamiento conservador se entrevera con mi pensamiento progresista. Solo para mi, yo, mime, conmigo -no se equivoquen-, no para el entuerto de parlamento que aún no se ha reunido.
Con todo he asistido a las comidas y los canturreos porque Dios me tocó con el don de poder hacer a veces un cóctel entre trabajo y diversión. ¡Pos esa suerte que tengo!
Han llegado a mi las artesanías familiares, el marchamo del apellido que, si, utilizo para darme carácter, la alegoría de lo que yo creí que fue todo aquello con un parlamento de las terceras elecciones generales que ganó una coalición en febrero, tras un gobierno de derechas,  que unía a las terceras elecciones generales, a la coalición de izquierdas denominada Frente Popular que agrupaba a Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Partido Comunista de España (PCE), Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) y Partido Sindicalista. En aquellos días el hombre de mis apellidos que más fortuna hizo vendía a tutiplén el slogan ‘A nadie le amarga un dulce’. Al gobierno surtido ya saben lo que le fue pasando, y no es que yo quiera retrotraer, porque hay ocasión pero no parece que esté la circunstancia para la fortuna de los próximos meses actuales.
Las Pascuas, con todo lo dicho, me gustan desde siempre, lo llevaré en la masa de la sangre: mi family ha currado mucho en esta época, pero también ha disfrutado, y yo que en el obrador no tengo más que papel y pantalla fluorescente diré que también, aunque no es lo mismo echarte un e-mail a los ojos que un puñado de almendras a la boca. Tampoco adelgazan los e-mail, eh.
Doña Ana, la madre del cordero, si sigue repuesta tras poner el belén, o si se adentra bien la noche en la cena, entona un villancico tremendamente suyo (o que yo únicamente le he oído a ella), a ritmo de ‘Lamarimorena’; es una estrofa de tiempo pobre pero a mi me gusta mucho: ‘Abre María la puerta/ que te traigo el aguinaldo/ una patata cocía/ ¡sopla! que viene pelando”. Es un aguilando instantáneo, de impronta, de superar el momento, que no deja nada para después, ni para ningún otro miembro de la casa. Es un aguinaldo personal e intransferible. No tiene nada que ver con el momento sociopolítico excepto en que la patata ¡viene pelando! Los pobres se agradecen el detalle como algo personal de la generosidad insuflada por un tiempo antiguo que se repite fuera de contexto, pero que se testa en el calendario solar que nos marca la vida. No se olviden.


lunes, 14 de diciembre de 2015

Volver a la tele


No gasté apenas nada, diecisiete o diecinueve euros y volví al gran espectáculo. Me había resistido, me había hecho el muerto durante más de un año, no la echaba de menos, no sabía ni de qué me hablaban cuando en el bar del desayuno alguien además de de fútbol, daba por hecho lo que ocurrió ayer, si lo viste.  Creo que lo mío no era desidia sino descargo. Yo nunca sé dónde se compra un móvil nuevo, ni donde se tiran las bombillas usadas o las pilas, ni lo que podía costar un nuevo TDT.
Un domingo de los permitidos comprar en los grandes almacenes, y tras hablar con un chico antiguo que trabaja en uno de esos y que me dio el precio, paré con la familia cuando íbamos a por tomates a hórreo camino de El Alquián. Y aquí me tienen: todas las noches tele.
Me he preguntado, tirado ahí mismo, en el sofá de atrás, qué hacía antes y no lo se muy bien, varias cosas: mirar más face, ver más porno, vigilar más a la competencia, entrar más al blog y tener el fregadero menos cargado.
Mi reencuentro me ha propiciado varias cosas, ver que no es tan mala Mar de  Plástico, ruborizarme por el estruendo de los paisanos tomateros cuando deberían cabrearse más  las rusas, las gitanas guardias civiles o los taberneros autónomos.
Volver a los platós me ha  dado una idea de la superintendencia de los opinadores oficiales, los mismos invitados que en mi acreditada SER, incluso los poetas analizando la política, y también el gran estruendo de la vida en la casa de Guadalix de la Sierra que es también una casa-plató y de donde todos los que son desahuciados tienen el don de saber de lo que hablan.
Sí he vuelto a Ébole, para que no me crean muy jarapastroso por lo antedicho,  y sé que el reeducador que había en la casa de los canis violentos ha cambiado. También que Maria Teresa Campos está vieja y relantizada pero lúcida.

He vuelto al gran espectáculo porque quizá estaba harto de microteatros, y porque si, es verdad ahí tirado en el sofá me daban el menú hecho.