viernes, 4 de noviembre de 2011

De vez en cuando, la vida


Yo estoy removiendo el café, y en mi interior canta Alberto Cortéz, esa frase ‘de vez en cuando, la vida’, que es de Serrat, creo. Es una imagen onírica, no es verdad.
Estaba pintando en un bancal de una finquilla que ha comprado mi hermana, y mi madre a dos metros mía partiendo aceitunas, me dijo: “mira cómo cambia la vida de un día para otro, quién nos iba a decir hace dos meses que íbamos a estar aquí”.
Las vueltas que da la vida, nunca vi en mi eso, seguramente, mirando con los focos hacia atrás la vida ha cambiado conmigo dentro y me ha cambiado, hechos concretos, conquistas, desgracias, encuentros, desmanes, logros, pero en la secuenciación no tengo una idea clara de un momento decisivo, cuando los viví seguramente si, y ahora los tengo apreciados, pero no como algo verdaderamente importante; esto debe ser pues, ya que poseo muchas ínfulas y que mis aspiraciones son altas, o todo lo contrario. Me llama la atención cuando un amigo, ahora recién en paro habla de ‘se acaba un ciclo’. No tengo ni puta idea de cuándo cambió un ciclo de mi vida. Ni cuando me independicé, ni cuando cambié de trabajo, ni cuando murió alguien, ni cuando nació algún otro/a.
Mi vida ha sido pues para mi siempre un presente continuo, mi madre da grandeza a lo más llano. Me gusta cuando en la radio dicen o Giménez-Alemán o Miguel Ángel Aguilar, o ambos a la vez, quizá: ‘cada día tiene su afán’.
Yo sólo tuve dos momentos de gloria real en mi vida, así entendidos, algún día los contaré, y no me cambiaron la vida en nada, son cosas tan públicas como íntimas.
Lo mío ha sido un devenir, así no tengo consciencia, del minuto uno subsiguiente al doscientosmil pasado, sensación de que la vida haya dado muchas vueltas. No se si lo que me ocurre es aflicción o soberbia, al pensar así.
Una viejecita de 84 años cuenta en la radio que si para tener una vida completa hay que haber escrito un libro, tenido un hijo y plantado un árbol, ella sólo quiere, ya que no ha hecho nada de lo anterior, antes de morirse: “acostarme con un negro y fumarme un porro”. Esto es verdad, yo iba en mi coche, con la radio puesta.

2 comentarios:

castelo dijo...

lo del negro y lo del porro cumplido, ahora hace falta llegar a los 84 años que es ardua tarea. Quizás hemos cogido el AVE y nos cuesta pararnos, le hemos pillado gusto a la velocidad y nos hemos parado poco a pensar. La vida, es como cuando te cambias de casa, para no hacer una mudanza demasiado extensa tiras todo aquello, que con lástima, sabes que ya no volveras a utilizar, con la vida hemos de hacer lo mismo, cada momento, cada edad tiene su rollo, hemos de dejar para otros lo utilizado y empezar a despojarnos de historias, si estamos solteros y los compromisos vitales son con nosotros mismos ¿Porqué nos hemos sometido tanto?. En fin, que es hora de ir limpiando, por lo menos el cuarto, por si vuelve el negro o un hippy trasnochado me invita a un porro. Besos

Anónimo dijo...

    No sé si por muchas o pocas ínfulas (haberlas haylas), pero no eres el único que no recuerda su aconteceres, sea por un miedo interno a la nostalgia; sea por un deseo de seguir adelante (con lo vivido, pero no centrado en el pasado); sí es, por un intento de un vivir continuo (el presente es lo único que se puede realmente vivir). Pero yo sí sé cuando se produjo, en mi vida, uno de esos cambios (menor o mayor, pero con cambios), presente no por su cercanía temporal, sino, porque sí ha dado a mi vida una vuelta (mayor o menor), hoy, con mi propio pesar.

    Cada uno es como es, y a todos nos ocurre, lo que ocurre, por intentar vivir.

Itan
itan.bitacoras.com o itan.co.cc