domingo, 31 de julio de 2011

Una niña y un muchacho para distender los momentos


Estaba esperando a su Antonio, descubrió que no me enteraba, si, ”mi hermano Antonio”, ah, tampoco lo conocí mucho/nada, acaso lo vi una vez. Ella ha vuelto a su tierra con una niña, su hija y con su nuevo hombre, que ya no es tan nuevo. Ella se fue sin despedirse de mi, ¡claro!, porque las despedidas como los inicios tienen una explicación, y ella en aquellas circunstancias no quería, no debía, o no podía darlas. Daba igual, entre tanto la vi otra vez antes.
La niña es un primor, se llama como ella, estaba erguida en el banco mientras su madre, su padre y ella misma esperaban a “su Antonio” en el calor del verano a una hora de comercio. La niña Celia me ríe con cuatro jazmines adolescentes un pelo rizoso de querubín y se comporta amable y risueña, lo propio de alguien de un año y medio que espera a alguien que no soy yo. Yo hubiera pasado desapercibido de largo con mi pena-esperanza de un disco duro nuevo, pero en un corto instante aquel encuentro fue un hálito de vida que no tenía nada que ver con el pasado, así que sobre los antecedentes no hubo ni preguntas, ni respuestas, ni referencias, un corto encuentro basado en la generosidad de la niña amable, confiada y distendida, graciosa, incluso, que hizo olvidar mi presente de artefactos y berrinches. Miré de espaldas al pasar con el coche a la fundación, más que nada por si se volvía la niña.

Le di la vuelta en él ponía: nacido en 1990 y un año de peón, otro de ayudante y un tercero de aprendiz, ocho meses más cinco de montador y tres de planchista en un bar.
Si no calculo mal empezó a currar con dieciocho como tarde. Tales días como los de hoy de 1989, un año antes de que viera la luz este chaval, el que escribe, iba todas las tardes a la calle donde se encontró a la niña a quedarse con la copla de su primer trabajo, en el que aspiraba a contrato. Lo fuerte y el contrato llegarían en septiembre, era una papelería librería donde se echaban quinielas. A este servidor sólo le apretaba, en aquellos días, que los condimentos de la prueba jodieran la Feria, y en especial las tardes de toros, pronuncié temeroso mis dudas y salvé mi afición.
El que suscribe venía de un equívoco, una efepé que me traía al fresco, me fui de aquella papelería-librería-máquina de quinielas por otro empleo de mayor madrugón y tardes libres. Al poco abandoné también y empecé a hacer pinitos en algo que me encauzó y hasta hoy ha trazado una calzada de piedras y hierbas; sin más y con todo fui y fueron hablando aquí y allá y la vida me trajo a este día.
En la barra del bar, olvidado por el fragor de la tarde, en mi espera de visitante a deshoras de los bares, cuando los taberneros no te hacen caso porque saben a lo que vienes, vuelvo sin rubor el currículo donde el joven de Los Ángeles precisa los hechos válidos para joderse la Feria, y cuando termino de leer, Iván Martínez Ruiz de la calle Marchales, aunque no lo sepa, me hace llevadera la banqueta con recuerdos de cuando él estaba en El Limbo. Mi currículo se hizo solo y al tiempo, si al chaval mañana lo viera en la plancha, por éstas que lo sustituiría.

6 comentarios:

castelo dijo...

Mencionamos lo que vemos que hacia tiempo no veiamos, pero no nos atrevemos a poner en cuatro letras la impresion de los que estando mas cercano tambien han cambiado, ahora estan mas fondones y el gym lo han dejado para mejores tiempos. La derecha no gana por convencer sino por dejadez y todos los dejados vuelven a ser de derechas. Tambien los sobrinos se bautizan y se ponen gordos.

Ébanen dijo...

Acabas de marchar, y otra vez ha sido un lujo compartir contigo... siempre "en tu arte compartido" siempre "vitalista"...

Bueno, de todos modos, desde el "sentimentalismo del prójimo" he de decirte que lo ajeno no duele como lo propio, y que quizás seáis los ajenos los que tengais la razón, pero cuando lo que fué duele, se aproxima y amordaza. Quizás como sólo vivimos de manera fugaz y etéra una sóla vez, los que quisimos arrancamos en la memoria del placebo el amor pasado, o también puede ser que una vez agonizados en un mundo nuevo no tenemos cojones de afrontar una realidad ajena. Sea como sea quiero que ésto sirva de para alentar que lo que fue no es, y lo que será es porvenir.
Oye esta noche has andado recatado... y no me has dejado decirte que te quiero...

Luis G. Yepes dijo...

Pudiste escribir sin tabaco? A ti no se te va la filantropía ni en estado de mono, ni en estado de coma. Apareció el móvil. Valga esta entrada por la urgencia.

Anónimo dijo...

    Desde luego, que la niña es preciosa, y no extraña con nadie, toda una joya, y muy reluciente.
    En cuanto lo que mencionas de la madre: ya sabías tú, más cuando paño de lágrimas eras, del otro, de cuyo lado se fuera; otra es que no se te despidiera...

    En cuanto a lo de sustituir volviendo a los comienzos, más vale que asimiles que el tiempo no acepta numeración negativa como opuesto a su positivo, porque la vida es siempre positiva en su avance (a pesar de la existencia de algunas cosas vividas o recordadas con angustia y otras con mal atino decididas), y en lo que ha de llegar, porque lo vivido, vivido está y santas pascuas, Tomás [y ya está]; Otra es la conciencia que nos hace el ver la niñez convertida en juventud (la de otras, claro): de que cada vez menos nos queda para poder recorrer mucho más de lo que probablemente nos gustaría andar. Pero siempre positivo aunque sea por lo aprendido, y por lo que queda por conocer.

Itan
itan.bitacoras.com o itan.co.cc
 

noa027 dijo...

Gracias. No era a mi hermano Antonio, si no, a mi hermana Mari, la artista de la familia, ella si se acuerda de ti. Le comenté nuestro encuentro.El no tan hombre nuevo se llama también Antonio. Nombre raro en este país.
Lo de la despedida... En fin: era con la salida de un círculo que nunca sentí del todo mío. Siempre me sentí la intrusa, lo que se acepta por el cariño que se tiene a otra persona (a la cual siempre tendré cariño y ella lo sabe). Ahora como intrusa miro la bola de nieve, que alli dejé, de vez en cuando. No la agito a ella, pero si a quién me cuenta los cambios mas perceptibles. Materialicé aquel tiempo de tu presencia, con un boceto de la Alcazaba que adorna éste despacho desde cual escribo. Recuerdo de nostalgia llevadera, a la cual no renuncio.

Luis G. Yepes dijo...

Jajajajaj, el nombre es rarísimo en este país. Entendí en todo caso que esperabas a tu hermano Antonio. Últimas noticias. El disco duro nuevo ha servido y funciona mi ordenador. Y me alegra muchísimo que tengas donde escribes el dibujillo de la Alcazaba, estas cosas de vanagloria siempre congratulan. Bsos feliz verano.