domingo, 14 de febrero de 2016

Cuaderno de Diseño II

                                                  Es mentira que asumiéramos de pronto
                                                  el convenio de admirarnos mutuamente
                                                  surge fina la punzada repentina
                                                  que trasmites por la boca de la gente.
                                                                        Luis García Yepes

Sin pareja vales la mitad menos, por eso te miro de reojo, para que te sientas ciertamente atraído por nuestra fiesta de singles, a sabiendas de que los demás no harán eso. Por eso. Porque es una redundancia tanto como valer el doble más.
Si eres de Almería tomate una caña con una tapa en el bar de costumbre, si es que tienes bar de costumbre.
"Quien bebe solo, muere solo" le dijeron a García Márquez. Los abstemios quieren ser víctima de un asesinato, allá ellos. Son la ínfima parte.

jueves, 4 de febrero de 2016

El infantilismo del oficio



Los hijos abominan de los padres, pero luego, a lo mejor, se advienen.
Nunca me han perecido ni un oficio ni un trabajo ser bedell, lector de contadores, o tornero en un puesto de algodón de azúcar, si este no monta el puesto. Tampoco lo es ser torero o diputado/a.
La vida transitoria, que lo es, toda. El transcurso de las horas necesita oficio, que es una cuestión distinta al trabajo que es el cargo que te has buscado, te han impuesto o te salió en una esquina (cosa rara), a lo que responde ser torero o diputado. El oficio es la profesionalización, sí.
Una diputada llevó a su niño al congreso con un planteamiento peregrino, no para ella claro y un torero ha cabalgado a su niña en un brazo mientras con el otro burlaba a una vaquilla, por una tradición familiar, costatable.
El niño fue presentado ante público en un acto abierto y retransmitido en directo, y en una fiesta privada la niña fue presentada ante amigos y después se publicó la foto.
Los padres con oficio no han hecho nada de esto de forma gratuita. Una por apego y el otro por apego. Ahora que venga alguien y gradúe este asunto: apego.
El de la vaquilla tuvo que justificarse, la señoría también pero algo menos. Evidentemente para el común de los espectadores no era igual un caso que otro. Claro que no, el riesgo y el límite se veían distintos, y la simpatía del entorno y el asunto mollar. Tan es así que el niño de la señora pudo hasta votar con seis meses.
Los de mi oficio, encauzados por una ley para los niños (los de en medio de las calles pobres, los de los coles públicos y a lo que veo  no los que salen en la Voz Kits) han tenido que vérselas con la situación ridícula de velar la cara del niño-diputado y la niña-torera cuando sus padres los han sacado a hacer el paseíllo. 
Este oficio en el que los padres llevaban a los infantes para que se entretuvieran pintando con el rotu rojo de las correcciones, regando las macetas o tirando del cable extensible de los antiguos teléfonos, se ven ahora en ponerle un tapujo al hijo sacado en público en un acto institucional importantísimo o en una fiesta campera privada, y luego hecha pública. Osea que no es voluntad del niño ser fotografiado, identificado y difundido, todo lo demás si.
A los hijos que yo vi de los padres decisivos como jueces, notarios y pregoneros (periodistas), los encontré en el puesto siempre alterados por el aburridísimo trabajo de sus padres. A estos que nos da la actualidad habrá de preguntarles después. Si se advienen o repudian.
Entre tanto yo mismo me paso la ley cuando a los hijos los ponen los padres en el set de tv, en la moqueta de la pasarela o  en la carroza de las fiestas del pueblo. Hemos llegado a unos límites tan ridículos que el oficio que encierra tres no queda ni en espíritu santo. Paloma voladora. 
P.D: ¿Sus derechos pueden ser nuestros caprichos? ¿Nuestra forma de vida se les puede imponer?
Un día abominarán y al tiempo, quizá, nos den la razón.