lunes, 21 de mayo de 2012

La maldad

El estupendo periodista, izquierdo-socialista, Miguel Ángel Aguilar, que sigue en mi ideario como algunos otros, saben que también algunos otros que se fueron al lado marrón, derecho-socarrón; dice Miguel Ángle Aguilar desde el último año y repetidamente lo de “no hay venenos, sino dosis”, igual que su homónimo y de corte parecido José María Izquierdo, al que también quiero, pero admiro menos, habla de ‘catavenenos’. Bien, de venenos voy a hablarles, de renuncios de evidencias, de maldades en las que uno entra consciente o por omisión, idem, que da igual quiero decir. Ser de izq o der las personas, no incentiva, ni elude el asunto en general, pues la maldad y la vanidad, y la insidia existe en la condición humana. Al grano. Cuando la organización funcionaba, y hacía cosas continuas y de distinto corte, tuvimos a bien hacer un espectáculo en una sede prestada, la mujer que nos pusieron de responsable de los prestamistas se las tuvo que ver con Antonio, un compi en aquel entonces activo, comprometido y creyente. Antonio, me decía a mi, que no estaba involucrado en la organización previa, que la señora se metía unos taponazos para verla, se le encendieron los ojitos cuando llegaron los barriles de cerveza, Antonio, que tampoco es abstemio, le ofreció y lo pasaron bien, percibió aquello en la señora eminentemente borracha. De la señora supe al poco, al verla que ayudó a un ‘sobrino’ supongo a salir de la droga, que era realmente entregada, un tic raro. La señora que se limitó a abrir y cerrar el local de espectáculos y a llenar su buche, llegó hace poco a la sede de otra organización que se está fundando en mis cercanías, llegó con un concierto empezado, a poner sobre-aviso que los vecinos quizá se sintieran molestos por el ruido, que aquello qué era, que lo lógico es que hubieran puesto en conocimiento… pla pla pla, y entre mis conocidos, estaba uno al que le dije: “invitalá a un taponazo y se acabó la monserga”. La pasada semana, cuando iba casa de unos amigos a visitarles antes de en mi gimnasio intentar que no me entraran agujetas en la barrigota, buscando aparcamiento, mirando a la derecha, en la puerta de ARA (Alcohólicos Rehabilitados de Almería), fumando un cigarro con otros hombres en terapia me encontré a la señora de los locales de música que yo sabía como callar sus ansias y su boca, su preocupación fingida. La historia no tiene más moraleja, no esperen después de esto una encíclica.

viernes, 4 de mayo de 2012

M de esperanza y desencanto

Al poco de enterarme fui a la plaza. Vi en internet el vídeo de la tarde donde se desplegó, con el empuje de los hombres y la fuerza del viento, la pancarta: ‘No somos mercancía en manos de políticos y banqueros’. Aquello formó el quince eme y la acampada. Era mi ciudad, era insólito. Empecé a ver lo de Madrid. Hace apenas un año, osea, no hace un año. Nos queda lejos, parece. En unos meses ha llegado a mi casa, a mi lecho un partícipe algo tardío, un mantenedor en pie de aquello. Cuando empezó aquel asunto que aún en él sigue vivo, fui dos o tres veces, me impliqué en ver un video, escuché en tres asambleas, aporté rotus, cajas, bolis... asistí a dos manifas. Compartía cosas, pero no sabía a dónde iba, todo parecía un ejemplo, se exportó, estalló la primavera árabe… Ya saben con qué acabó, qué empezó, cómo cambió, a qué dio lugar, o nada de eso… dos elecciones entre tanto aquí, en nuestro territorio, y el resultado, ya saben. Lo que dijo la monja de la que hablaré más, un tanto más abajo: “las ideas fascistas se están legislando y aplicando a nuestras vidas”. Llegado este mayo, osea ayer, me convocan a la prefundación de un partido, para lo que viene a hablar un poeta, un poeta que con poesía presenta todo, y dice esencialmente que hay que constituir una mayoría social de izquierdas, integrarla en Izquierda Unida, y luchar contra la derecha cultural que ha mandado siempre desde la transición en España; capítulo que por otra parte hay que desterrar ya: se acabó la transición. Habla muchas cosas más, pero los mentores, como queda claro, vienen de otros lados, rebotados, con sus mochilas llenas como también quedó dicho. La cuestión es llenas de qué. El encuentro aún con cautelas, aún con recelos, aún con medias ganas, me abrió un espacio de participación, y escuché sensatamente a gentes como la monja ante-nombrada, y el profesor joven padre tardío que dio en la diana: “ninguna organización está de acuerdo conmigo”, y con eso, y con su sorna, se ofreció para poner en marcha el nuevo partido. Después de tanto pronunciarme verbalmente con los realmente cercanos sobre el trabajo por hacer, sobre la implicación, sobre la participación, sobre tener dónde vertebrar el pensamiento; pese a enardecerme en esa reunión de este mayo de ayer diciendo que si, los que allí estábamos éramos como situó el poeta al inicio: ‘unos pequeño burgueses izquierdosos y urbanitas’, echando en falta cómo, dónde llegar a los obreros (con mis dudas sobre la clase obrera, y entendiendo que el albañil de mi bar, de mi edad dice, que ‘tengo que ir al cursillo a la ugt esa’), decía que después de dar tantas vueltas entre amigos y copas y cumpleaños y tardes de playa voy a darme una oportunidad de tanta eme, que no es la del exmiembro de Pereza que tanto le gusta al que yace en mi lecho, y voy a participar con eme de MIMPLICO, no se si fundando este nuevo partido de poetas o en ese otro partido que ya existía, y al que aún apoyando siempre, miraba a veces con recelos, otras con cautelas y algunas otras con medias ganas. En la asamblea, los que menos hablaban y quizá menos pintaban, dieron en la clave: La monja “las ideas fascistas las están haciendo leyes para nosotros” y el joven profesor padre tardío: “ninguna organización está de acuerdo conmigo”. Esperanza y Desencanto, eme, no más mayos, la copla del joven dice “M cuando se ponga el sol voy a despedirme” el refundado Perales, que también está en mi ideario hoy, decía antaño “que pasará mañana si no estoy”. Siempre tuvimos nuestras cautelas, nuestros recelos, nuestras medias ganas, quizá miedo de nosotros mismos, siempre estuvimos yéndonos y no llegamos nunca. Las canciones siempre fueron de amor, las monjas y los maestros, inclusive los poetas, a veces te quitan la pereza, junto a los cantantes. Aún y con todo no lo olvido, estamos hablando de política que hoy es consustancial, y no un aderezo. Seguid con salud.