jueves, 25 de octubre de 2012

Retrato familiar

Entré. Eran bonitos los escaparates, objetos barrocos, clásicos. No había nadie. El hombre apareció a mis espaldas abriendo la puerta de su tienda “estaba en la ferretería”, me explicó. Me cayó bien, un intruso que el supondría potencial cliente merece una explicación. Yo le suelto mi soflama a la que atiende con cortesía, con cierto interés. La decisión como ocurre en estos casos recae en su mujer, que, si, es la que atiende aquel negocio de las maravillas; él es ebanista, y tiene una hija, y esta niña ha hecho Administración de Empresas, y se va a preparar las opos de la Dipu (el hombre no hablaba así) y está en una depresión, porque si él supiera qué podría hacer, una tienda con cosas más modernas; en las opos hay pocas plazas, hay gente estudiando más tiempo. Le argullo que hay subvenciones de hasta 9.000 euros para mujeres menores de treinta y cinco, su hija tiene veintisiete, se interesa, le digo dónde enterarse, saca la revista ‘Despertar’ de los Testigos de Jheová (creo) de debajo del mostrador. Volvemos a mi soflama, está bien, pero las cosas están mal. “¿y dónde dices que está eso? “ Le dibujo en un blanco de ‘Despertar’. “Es que no hay nada, ha venido uno a ver si se pueden quitar las multas, están las cosas mal, ya ni quitan las multas”. “Si pudiera ser, si dieran eso, pues mi hija se podría quedar con esta tienda, o poner otra. Yo he pensado mil veces ahora hay fábricas que hacen los muebles en basto y uno le hace unos detalles, si yo tuviera menos edad, me quedan tres años para jubilarme, yo tengo terreno atrás hacía una gran nave, ponía ‘Fábrica’, la gente al poner eso cree que paga más barato, y mandaría fuera”. El hijo del hombre a los 22 años se hizo policía municipal del municipio, no le gustó nunca el oficio, dice que los aprendices no existen “para que hubiera un aprendiz tendría que haber tres oficiales, así aprendería, con uno solo, y los costes…”. Llega la mujer, “bueno, ya ha está aquí la jefa” (digo yo). “Si, mira, esta revistilla, un anuncio por ochenta y cinco euros”. La mujer la mira la revistilla, la remira. Sé que va a decir que la cosa está mal, pero creí que el hombre la iba a contradecir, no a desmentir. Le explica lo que le he orientado para su hija (“primero las oposiciones, si no pues eso, ella se puede quedar con esto”). El hombre está pensando que su hija lo contrate a él estos tres últimos años de su vida laboral, mayor jubilación le quedaría, no lo dice. La mujer no duda, “no”, ni que le hubiera colocado a la hija. El hombre no tiene prisa, me mete al taller, yo he de irme a buscar mi pan a otro lado, hablamos sobre unas piezas, su materia: hechas en Salamanca, copias de tallas y repujados, resueltas en resina. Nos emplazamos los tres para noviembre, la mujer no quiere gastar, entonces quizá tampoco. Ni al amigo le quitarán la multa, ni a mi me hicieron el anuncio, ni quizá la hija, aunque salga de la depresión, ponga ninguna tienda. El matrimonio a unos pasos de pasar a su vida de asueto se quedó allí, con sus escaparates y sus buenos terrenos detrás donde se podrán hacer más naves y más producción; su hijo se colocará el uniforme mañana, la chica de la depresión intentará aprenderse los temarios y yo volveré en noviembre. Me da que el alcalde del pueblo podrá hacer algo por las opos y que el ebanista y la vendedora no perderán la ocasión. El final del cuento no lo sabe nadie, pero el presente de estos sesentones es halagador. Yo, les importo poco.

sábado, 13 de octubre de 2012

Testimonios

Mi testimonio no vale nada, el suyo quince euros al año. Así lo ha puesto el grande de Arcadi Espada, me despisté en vacaciones, he vuelto a este octubre sobrevenido y su blog, los ‘Diarios de Arcadi Espada’, su uso… y… disfrute valen eso pagando por paypal, o le escribes y te explica cómo de otra manera. Hace muy bien, no cuento con él más que en las páginas de El Mundo, y mira que eran profundas, oscas y graciosas sus cartas a ‘querido J.’ para entender el catalanismo, hoy más necesario que nunca; cartas que no desvía al diario impreso. Nada, que le den./ A mi me gusta mucho esto, que uno decida hacer eso en plena crisis, que se pondere y se valore. Nunca llegué a saber si realmente el maestro Umbral cobraba con el euro 700 diarios de lunes a viernes por la columna (un folio como él decía) de ese periódico de derechas en la última. Si fuera así qué gloria para España, María España, su viuda./ En estos días de hambre los reconducidos del oficio que no pasamos de plumilla tenemos una salida como comunity manager (perdonen mi inglés, si emigro habrá de ser a Chile, Argentina o Cuba) osea según entiendo, por un antiguo compañero que ha venido a formarse sobre eso, en gestionarle a empresas sus perfiles de redes sociales, su blog, su web. Qué vergüenza de oficio contando características con una chuleta, con unas líneas rojas sobre qué no decir, con un dossier sobre cómo preponderar o convencer. Ese es el caso, no como creía el bueno de S. que suponía hacer cuatro notas laudatorias y poner el cazo a la parte contratante a final de mes. Trabajar como los chinos dijo, jajaja, si con seis ordenadores o veinte ventanas abiertas a la vez./ Los plumillas no tenemos testimonio ya que echarnos a la boca, ni nuestro ni ajeno, y a los que lo tienen hay que colgarlos, contradecirlos, remedarlos. ¿Saben lo del New York Times? su report que ha dolido por las fotos, no se lo que decía, supongo que estadísticas y declaraciones de afectados, paupérrimos. Bien, para contradecir eso, como adalides de buen español, IDEAL ha ideado NY no se qué, y la gente está mandando desde hace días fotos felices: cumples, tardes de playa, risas de feria que creo les están mandando a dicho rotativo, pero dentro de todo asombro, el experimentado Luis García Montero publica por hoy un laudato sobre la esperanza, que está bien, pero que también tiene el fin de remedar el report que nos ha puesto a los pies de los caballos. Válgame el Señor la poesía de la experiencia./ De mi parte decirles como crónica de ciudad regalada -ya dije al inicio-, que en una bocacalle de la mía vinieron y detuvieron a unos pocos, y después más coches de la pasma por líos de locura de uno y de griteríos de otr@s; que las alcantarillas que robaron unos chatarreros las han sustituido por otras que no se por qué no tragan, y que la señora de S. no me perdona lo que se supone que dije de la niña adoptada./ Queridos lectores, a lo que nos depara internet, qué pena no ser ni Espada ni Umbral. Y es que Mari, el mundo está m’u mal repartío.

jueves, 4 de octubre de 2012

Lo urgente y lo importante

Hacía un día apacible, con la pareja de amigos convenimos ir a los pueblos de la comarca, ellos tienen una casilla, mi hermana un cortijillo, pasábamos un día de asueto, bicheaban su posesión y conocían el cortijillo. Comimos migas porque llovió los días precedentes, las hizo mamá sobre la hornilla de luz, el sol daba en los bancales, volviendo del pueblo de al lado amenazaban unas nubecillas, seguro pasajeras, estábamos con el codillo del día anterior y el buen vino de la bota, y las cervezas baratas y el comedor incendiado y paciente, y las granadas ya desgranadas para después, cuando sonó un móvil, y a mi cuñado le dieron una mala noticia: la hija de unos amigos se había intentado suicidar. Muy amigos. Salió pirlao. Los que quedamos hicimos nuestros comentarios, yo aventuré, que si no lo había logrado no lo quería. En dos horas era una realidad el delito. Se enturbió la tarde. La casa de mis amigos tiene una viga de madera descabezada, se quedó aquello apuntalado como pudimos, y ahora piensan invertir sus vacaciones, por estas fechas en ese menester y gasto Segovia era otro destino, los aviones a Madrid son cada día más caros. En aquella empresa del hombre pasajero, a final de la reunión en que se planteaban las tareas para hacer dinero siempre se calificaba ‘prioridad A y prioridad B’. Había aprendido en un cursillo de gestión neocón. Todo se resolvía de otra manera, pero era importantísimo para todos la calificación. Allí mismo aprendí lo que me ha servido para mi propia administración: cuentas A y B. Decido irme andando cruzando la ciudad prefiero gastar más zapatos que gasoil, pero esta cuenta no estará bien hecha, como tampoco si es mejor poner en marcha el secador del baño comunitario o tirar del rollo de servilleta, o cambiar las toallas chinas cada hora. Decido irme andando porque tengo gusto de espartano, a veces me gusta incomodarme. En el paseo de Almería, en un taxi, atrás se sube un conductor de autobús, con su camisa bordada ‘Surbus’. La moraleja sería que con la crisis se nos ha quitado la prisa. Somos impepinablemente cada día más pobres. Cuando conozca de veras las nuevas sensibilidades: mercadillo ecológico el 13 en Abla, senderos de luna llena, varios pueblos para la próxima que salga, retiro de yoga, no se ni cuándo, ni dónde… que el 21 de diciembre se acaba el mundo. Les daré otra plática, tranquila y llanamente, sin urgencia ni importancia. Sino porque me salga de los cojones. Hemos terminado el consejo de dirección.