jueves, 4 de octubre de 2012

Lo urgente y lo importante

Hacía un día apacible, con la pareja de amigos convenimos ir a los pueblos de la comarca, ellos tienen una casilla, mi hermana un cortijillo, pasábamos un día de asueto, bicheaban su posesión y conocían el cortijillo. Comimos migas porque llovió los días precedentes, las hizo mamá sobre la hornilla de luz, el sol daba en los bancales, volviendo del pueblo de al lado amenazaban unas nubecillas, seguro pasajeras, estábamos con el codillo del día anterior y el buen vino de la bota, y las cervezas baratas y el comedor incendiado y paciente, y las granadas ya desgranadas para después, cuando sonó un móvil, y a mi cuñado le dieron una mala noticia: la hija de unos amigos se había intentado suicidar. Muy amigos. Salió pirlao. Los que quedamos hicimos nuestros comentarios, yo aventuré, que si no lo había logrado no lo quería. En dos horas era una realidad el delito. Se enturbió la tarde. La casa de mis amigos tiene una viga de madera descabezada, se quedó aquello apuntalado como pudimos, y ahora piensan invertir sus vacaciones, por estas fechas en ese menester y gasto Segovia era otro destino, los aviones a Madrid son cada día más caros. En aquella empresa del hombre pasajero, a final de la reunión en que se planteaban las tareas para hacer dinero siempre se calificaba ‘prioridad A y prioridad B’. Había aprendido en un cursillo de gestión neocón. Todo se resolvía de otra manera, pero era importantísimo para todos la calificación. Allí mismo aprendí lo que me ha servido para mi propia administración: cuentas A y B. Decido irme andando cruzando la ciudad prefiero gastar más zapatos que gasoil, pero esta cuenta no estará bien hecha, como tampoco si es mejor poner en marcha el secador del baño comunitario o tirar del rollo de servilleta, o cambiar las toallas chinas cada hora. Decido irme andando porque tengo gusto de espartano, a veces me gusta incomodarme. En el paseo de Almería, en un taxi, atrás se sube un conductor de autobús, con su camisa bordada ‘Surbus’. La moraleja sería que con la crisis se nos ha quitado la prisa. Somos impepinablemente cada día más pobres. Cuando conozca de veras las nuevas sensibilidades: mercadillo ecológico el 13 en Abla, senderos de luna llena, varios pueblos para la próxima que salga, retiro de yoga, no se ni cuándo, ni dónde… que el 21 de diciembre se acaba el mundo. Les daré otra plática, tranquila y llanamente, sin urgencia ni importancia. Sino porque me salga de los cojones. Hemos terminado el consejo de dirección.

1 comentario:

castelo dijo...

Que esos pueblos ya no son pueblos, sino ruinas económicas según rezan los diarios, y uno se pregunta cuando vendimos Pechina a los bancos, o Alhama. En que momento Fiñana paso del frio y la almendra a la prima de riesgo y los gigantes de viento. No hay momento que uno vuelva la vista atrás y diga: ¿Cuando las migas dejaron de ser la comida de la lluvia para ser el almuerzo de lo que nos queda?. Besos, cada vez más pobres, pero besos.