miércoles, 4 de julio de 2012

El jefe muerto

Mi tratamiento siempre fue de usted, para su ‘cabreillo’, desde el primer día en el que yo adolescente le eché cara al asunto y me presenté a pedir una oportunidad, hasta la última media mañana en que, en un ambiente osco en el gran despacho, me contó lo que yo ya sabía. Su destitución. Enrique Seijas fue mi jefe, el único jefe real, por oportunidad, autoridad y estima, oseasé: por grado. Desayuno enterándome de su muerte, y se me encuentran, a golpes, su perfume desenfadado sacando agua de la bombona invertida y preguntándome por algo de lo que el día llevaba entre manos. Quiero que se sepa que no hay, o había, espacio más vivo que una redacción de diario, incluso tan vivo como un zoco marroquí. Eso hasta que yo recuerdo, no se cómo son hoy las redacciones de diarios. A la hora de conocer a Enrique me dio la oportunidad verbalizada, lo que podía ser un cumplido, pero a los dos o tres días fui a comprobar el ofrecimiento y se hizo fehaciente, me puso a prueba y parece que la superé. Desde ese día, y hasta el de su marcha fue mi jefe, ya dije, mi único jefe, y pese a todas las rondas que fueron acechándole, circundándole y poniéndole en solfa, yo nunca me di por bien enterado, a sabiendas de que si, llevaría sus manejos. Una de las cosas que dan el grado de jefe son fundamentalmente las intrigas, y con ellas vivió al menos en los últimos dos años (de su mandato) y así se fueron, los de dentro, posicionando y desposicionando en sus lealtades, escuderías y traiciones, asuntos indispensables para una jefatura real. A mi él siempre me pareció el mismo: tan prismático. Me trató con cariño, amabilidad y condescendencia, y por ello esa cuestión paternal que siempre he asociado a los jefes. Lo constata la dedicatoria de su libro ‘Impulsos’ que ahora cojo para escanear la portada: ‘A mi buen amigo Luis García Yepes, al que tanto me une, rogándole (…) las ‘broncas’ cariñosas que le echo. Un Abrazo’. Siempre le traté de usted, desde el primer hasta el último día, incluso para su molestia, se lo merecía, en mi protocolo era y es el grado sumo. Fue un tiempo magnífico que compartimos con el y con muchos otros, fue en mi vida un tiempo clave. Lo último ocurrido, ha sido una sorpresa, una desagradable sorpresa. Descanse En Paz.

1 comentario:

Ébanen dijo...

Siempre delataste una admiración contenida, el te mostraba la paternidad que se le ofrece al sobrino querido, a hurtadillas y tierna. Descanse en paz.