Sallió
al balconcillo, con ímpetu quizá, dio un barandazo, cayó a la calle y murió.
Ocurrió en Dos Hermanas, Sevilla, el hombre despedía a su hijo que abandonaba
su casa quizá en la visita semanal, eufórico o resignado, en el adiós del último
vistazo. El parte oficial dice un cúmulo de circunstancias: forja mal agarrada
en un piso de diez años, una guirnalda de luces de Navidad, y no lo explican
bien, pero se refieren al peso del hombre. Un hombre muerto. ‘Gira, el mundo
gira’.
Javier
está borracho pero atento, me cuenta quien es el magnífico intérprete de esa
canción, diré yo Napolitana que me recuerda a Mari Samper desvistiendo su cara
de clown, la grandona actriz catalana de la que ¡Ya quién se acuerda! Nos queda
la Sardá con registro parecido. ‘Gira, el mundo gira hacia el espacio
infinito’.
Yo
le podía atribuir a Francisco o a Raphael la canción pongamos de tono italiano
‘El mundo, que no ha parado ni un momento’, y ahí sostiene el tono. Metemos un
zapateao, con más gracia que el Cascanueces, que lo hará el Capullo de Jerez,
enjuto, loco, de mirada distraída, a compás por bulerías: ‘Hacia el espacio
infinito’, y nos falta un enano, o seudo: Arévalo que nos dejó un montón de
cintas, haciendo palmas con su falsa risa de oreja a oreja.
El
cantante que mi amigo que bebe me determina lo tengo en la mente y no recuerdo
su nombre, la canción sigue, llena de vida, subida de tono, en el repertorio
podemos meter a cualquier otra voz menos a Maria Dolores Pradera, que siempre
está medio muerta cantando, ni a Perales, ‘con amores que comienzan, con amores
que terminan’, coño, mira a Amaya de Mocedades le podemos dar este verso.
El
hombre salió a darle el adiós a su hijo y con el gesto del saludo encontró la
muerte. ‘Gira el mundo gira, en las calles en la gente, corazones que se
encuentran’. Esto no es un cuento de Natividad, pero podría serlo. Le echo
mucha fuerza de gravedad a pequeñas cosas (no me jodan, se que estamos en un
terremoto) y apisono y prieto los dientes cuando a lo mejor no merece la pena
por lo que lo hago. Albano me dice con las sílabas muy remarcadas, al oído que
tengo de gente como yo ‘Ellllllllllllll, Munnnnnnnnnndo, Que no haaaaaaaaaaaaaa
parado ni un momeeeeeeeeeento’. Me voy a llevar la guía a la imprenta.