Salió la conversación ante el parabrisas y la carretera,
sobre las palabras el llanto. La provocación, la parada, las causas. El llanto
solitario y a escondidas, fruto de lo desgraciado, motivado por los buenos
momentos. (Se canta lo que se pierde). No sé si con la palabra cosa que harto
me duele. Lloramos con evocación. Lloramos por evocación, solos a hurtadillas,
y reímos de forma colectiva, también por lo mismo, transidos de alcohol o henchidos de historia
colectiva.
Mi amor, por motivo de mi aniversario fue a buscar a mis
queridos para que evocaran dentro del televisor historias vividas conmigo. El
mejor, quien habló con más malaleche y provocó a más verdad menos veleidad, fue
el verdadero superviviente de todos los artistas televisivos y queridos míos,
el hombre que aún tiene un presente encenegado y un futuro ardiente, y con todo
puestos en corro los que fuimos, es quien mejor apuntala un historial común,
lleno de chispas y rodeado de misiera. Se llora lo que se pierde. Vivir de
pronto es ponerse de luto, hacerte un
ahogaíllo o sacar los pies del plato. Agarrarte a lo que hay, dar
recomendaciones en pantalla y sentirnos vulnerables en cuanto que las certezas
son una lluvia de perseidas. Aprender a quererse y perdonarse, recetas para
todos, rememorar que regalé lo que tenía. Cuando nos creamos supervivientes se habrá vuelto vertical el horizonte y aún así habrá quien ría,
quien muera riendo.
Me suena el teléfono mientras veo los cuadros recomendados,
la muestra se titula ‘Sagrada forma’ la paleta está muy currada y el final son
inmensas montañas y laderas, el pintor pinta y escribe en su trance, asevera lo
siguiente a vuelarotu: “el recuerdo es
el que nos construye”. Me invitan a desayunar, suena por el horizonte de la mañana agosteña la canción de Víctor, la única detallable ‘.. . a cada paso que
anduvimos…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario