miércoles, 7 de agosto de 2013

Evocación

Salió la conversación ante el parabrisas y la carretera, sobre las palabras el llanto. La provocación, la parada, las causas. El llanto solitario y a escondidas, fruto de lo desgraciado, motivado por los buenos momentos. (Se canta lo que se pierde). No sé si con la palabra cosa que harto me duele. Lloramos con evocación. Lloramos por evocación, solos a hurtadillas, y reímos de forma colectiva, también por lo mismo,  transidos de alcohol o henchidos de historia colectiva.
Mi amor, por motivo de mi aniversario fue a buscar a mis queridos para que evocaran dentro del televisor historias vividas conmigo. El mejor, quien habló con más malaleche y provocó a más verdad menos veleidad, fue el verdadero superviviente de todos los artistas televisivos y queridos míos, el hombre que aún tiene un presente encenegado y un futuro ardiente, y con todo puestos en corro los que fuimos, es quien mejor apuntala un historial común, lleno de chispas y rodeado de misiera. Se llora lo que se pierde. Vivir de pronto es ponerse de luto, hacerte un  ahogaíllo o sacar los pies del plato. Agarrarte a lo que hay, dar recomendaciones en pantalla y sentirnos vulnerables en cuanto que las certezas son una lluvia de perseidas. Aprender a quererse y perdonarse, recetas para todos, rememorar que regalé lo que tenía. Cuando nos creamos supervivientes se  habrá vuelto  vertical el horizonte y aún así habrá quien ría, quien muera riendo.

Me suena el teléfono mientras veo los cuadros recomendados, la muestra se titula ‘Sagrada forma’ la paleta está muy currada y el final son inmensas montañas y laderas, el pintor pinta y escribe en su trance, asevera lo siguiente a vuelarotu:  “el recuerdo es el que nos construye”. Me invitan a desayunar, suena por el horizonte de la mañana agosteña la canción de Víctor, la única detallable ‘.. . a cada paso que anduvimos…”

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