Acabé convencido de que aquella era la inocentada “Una sentencia reconoce como accidente laboral el suicidio de un trabajador de Cajamar tras una fuerte discusión con un cliente”. No lo era. Estaba yo leyendo el día 28 con el ánimo de lo que iba a inventar para colar una gracia y, yendo a comprobar al día siguiente los desmentidos, resultó que aquello era verdad, es una noticia que acaeció en 2013 y que se sentenciaba ahora.
Una pareja de policías nacionales convence a una mujer para que no se suicide desde el Puente de la Autovía por Pescadería, esta misma pareja hace unos meses abortó otro hecho igual. Cuando se mató desde allí Cristóbal supe que en el tiempo que lleva ese puente se han suicidado unas pocas de personas en Almería. La gente se suicida aunque esto tiene mala prensa, muy mala prensa, pero el año acaba, no se muere, o sí. Acaba.
Yo he hablado alegremente sobre la gente que decide suicidarse y ahora entre esta jodienda de que la noticia del 28 era verdad, y mi amigo el psicoterapeuta que duda que la gente ‘decida suicidarse’, me voy a tener que replantear este final de año mis alegres palabras.
Los años se acaban aunque uno no quiera, que yo si quiero, y a mi me ha dado una lumbalgia o algo parecido (me duele la espalda a la altura del riñón izquierdo) pero la he bautizado porque desde que existe Internet todos somos médicos, abogados, gurús, chamanes, periodistas… De todo, aunque tengamos hambre.
Me pregunta un amigo al que le wassapeo para decirle que lo han visto correr la San Silvestre, que qué me queda por hacer en las últimas horas del año, y le digo un chorro de cosas menos que iba a escribir esto, porque esto se me ha ocurrido desayunando mientras me encuentro con un chico que me pone en conocimiento quién es Marina García, que la escucho mientras sorbo café, y me parece idéntica a India Martínez.
Y esto tiene muy mala uva: no saber la cantidad de gente que se suicida en el Puente de la Autovía en Pescadería, ni quién es Marina García, a la que conoce todo el bar. Eso pienso sobre mi, hombre de triste figura, que pretende ser el armador de historias más gracioso del mundo.
En la contra del periódico de hoy, donde habría más muertos pero yo solo he atinado con el del año que se va, el diestro Espartaco dice -junto a la columna del venerable Manuel Alcántara- lo siguiente, sobre cómo ve la gente en general la fiesta de los toros: “la gente solo ve sangre en las corridas, cuesta explicarle lo que pasa en un ruedo, porque la muerte es muy difícil defenderla”.
Estamos matando una año, que es una cosa que nos ocurre sin que nosotros tengamos mayor mérito por ello, es una cosa limpia, de noticia, ajena. Si nos suicidamos va a ocurrir lo mismo.