viernes, 8 de octubre de 2010

¡Muuuuuuh!


Cuando mi ordenador hace ‘muuuuh’ es que le ha entrado mucha carne y muy brava. Entonces se bloquea y muere momentáneamente, entra en paroxismo. Al Ministerio de Cultura quieren meterle carne brava los figurines porque piensan que una arremetida en una esquina de España es aviso de que su tema necesita un aval de un ministerio, un ministerio hecho de recortes y de prensa, con nombre pero sin pasta. Los figurines se equivocan porque desde su status de celebrytis les ciega el pan de sus niños.
En el Ministerio de Cultura no quiere estar nadie. Los del cine preferirían mil veces estar en el de Industria, incluida la cineasta que dirige el otro. La lírica en el de relaciones con la Iglesia y la pintura en el de Exteriores. Y ahora el mundo del toro quiere abandonar Interior par meterse a ser parte de un collage ruinoso y desentonado.
Los matadores de toros que están abanderando esta reconversión industrial se equivocan de cabo a rabo: en Asuntos Sociales y en Cultura no quiere estar ni los tullidos del caso, pero ellos en arrojo de .salvapatrias, salvaespecie, salvaslips creen que es mejor esa moqueta.
Vayamos por partes:
La fiesta de los toros en su celebración es una lucha peligrosa con concentración de gente en un espacio pequeño y cerrado. Así son también las fiestas de Nochevieja, sin ser en principio una lucha, y precisan por tanto de estar en un negociado de orden.
La celebración de un festejo taurino precisa animalistamente de reconocimiento a las reses, cuidado higiénico del transporte y morada o inspección anatómica; logísticamente supervisión de las armas y parapetos que en la lucha que se libra van a utilizar los hombres.
Por si fuera poco su celebración precisa del nombramiento de una autoridad (presidente) de unos jefes de control en el lugar donde se realiza la actividad peligrosa y sus aledaños, más de una reglamentación de premios y castigos.
La organización del festejo taurino, pues en puridad, no tiene nada que ver con la Cultura.
El objeto de la fiesta, la res brava, en cuanto a animal irracional, modo de vida, raza y tipo de explotación donde subsiste, no tiene más cojones que estar en el Ministerio de Medio Marino, Terrestre y todo el rollo que le han metido.
Los toreros, de toda condición, no tienen más remedio que ser autónomos que rindan al de Hacienda y el de Seguridad Social.
Pero ¿y el hecho taurino, y la tauromaquia, y el taurinismo?… Amigos ahí estamos hablando de otra cosa, de todo un orbe de cosas… que desde lo más nimio: revestir palitroques con papelillos de seda, hasta hacer estatuas de bronce, pronunciar conferencias, o escribir partituras de pasodobles, reviste de un hecho artesano-artístico y de conocimiento a merced de un espectáculo único, un ‘acontecimiento’, como dejara escrito el sabio de Tierno Galván. Ahí estamos hablando de los apéndices que adornan a un acto que en sí es una pelea.
Un acto violento de lucha organizada no precisa más que normativa y autoridad, y en este caso, jurado popular. Como no lo vamos a meter en Justicia, que no tiene ni para fotocopias, mejor que se quede donde está, en el Ministerio de Interior.
La belleza y la creatividad, implícitas en esta cosa de la Fiesta, no necesitan validación alguna, se dan espontáneamente. Las peñas, los círculos y los foros o las aulas taurinas, como las asociaciones de amigos de la patatafrita, estas sí, que sigan en Cultura, donde estaban, consiguiendo quizá unas perrillas para una tienta o un conferenciante, o un trofeo. Meter el mondongo del ente vivo en el ministerio que lo quieren meter es morir mugiendo, para los figurines, a lo mejor es morir de éxito. Al tiempo.

2 comentarios:

Ébanen dijo...

Dijo Pérez de Ayala: "Si yo mandase en España, suprimiría las corridas... pero como resulta que no mando, no me pierdo ni una". A mí lo que me sorprende es que no se está discutiendo de sí se instauran las corridas, lo grave es que se discuta que se prohiben por ética animal. ¿Qué coño es eso? ¿Es la ética que ha logrado el desarrollo de la civilización al domesticar animales y usarlos en nuestro beneficio? o quizás otra que defienda que preguntarle al toro si le parece arte que le piquen o le den la puntilla... Ésto es la hipocresía rebundante de politiqueo impregnado en una pandilla de ácidos que imparten democracia catalanística a base de mofarse de lo que consideran "españoleo". Yo no voy a los toros, no soporto el sufrimiento animal, pero porque soy un pusilánime, no porque me hermane con el toro y su fiesta mortal. Panda de tarados... El mundo y la fiesta del toro está en peligro, pero no por catalanes chupones, sino porque es la misma industria del toro quien dé con el traste de sí mismo si continuan mezclándose en la pelea político-mediática.

Anónimo dijo...

No me queda duda, después de las argumentaciones (las próximas negritas son mias): «es una lucha peligrosa con concentración de gente en un espacio pequeño y cerrado» (y en el caso del futbol más aún, vamos (!)). Pero este es otro tema), «precisa por tanto estar en un negociado de orden» (por supuesto, que va a ser que sin él no hay civismo ni moral (!)), «... supervisión de las armas y parapetos que en la lucha que se libra van a...» (que tanta arma peligrosa en manos de encorsetados igual la usan contra el respetable :-þ), «precisa del nombramiento de una autoridad (presidente) de unos jefes de control en el lugar...» (no vaya a ser que con tanta gente y unos cuantos armados esto se nos vaya de la manos , la autoridad ¡siempre presente! hasta en las fiestas de noche vieja, que el control no puede faltar en una sociedad sana (!)), «La organización del festejo taurino, pues en puridad, nada tiene que ver con la Cultura» (estamos de acuerdo, pero ni en lo organizativo ni en el objeto de la fiesta del toro —que no nacional, cosa en la que volvemos a coincidir—, ni en na') y finalizando ya en los argumentos «Un acto violento de lucha organizada no precisa más que normativa y autoridad...» (y más si caemos en la cuenta que la concentración de gente es de más de tres, como siempre fue en esa España del pasado en la que se vivía mejor: autoridad, mucha autoridad y algo de normativa que salve la moralidad (!)); pues como reconocía al principio, y sobre la fiesta de los toros (lo digo por aclarar, ya que no me he estado refiriendo a la salvaguarda de la seguridad, civismo y moralidad con las anteriores argumentaciones), no me cabe duda que su sitio es en Interior (en muy muy el interior, en lo más hondo, vamos). Porque lo que no se puede creer que porque otros toros se salvasen de otra prohibición por cuestión cultural, la fiesta de su sacrificio no se salvará (que sí los toros, que en todo caso serán salvados y protegidos, ¡por estas!); no podrá subsistir, al menos no como ahora (no se si lavando algo como se hizo con los sí salvados —retirándoles la publicidad y dejando el soporte—, sí aguantará), porque entre otras «ya semos europeos» (creo que de esto hace ya un tiempo, es que la añoranza (!) me confunde). ¡Por los toros!