viernes, 29 de octubre de 2010

Marcelino


Siempre tuvo el aire de la Barreiros, los motores más duros de España que cayeron en desgracia y desaparecieron. Él desapareció de la escena sindical en 1987 dejando a uno que se convirtió en diputado socialista a la vuelta, peor fue lo de Carrillo, que dejó a Gerardo y duró un pelao Gerardo en el Partido y Carrillo en las ideas, mandó a todos los suyos al SOE y él se dejó fuera, porque sería una traición muy grande, pero jaleó al SOE.
El asunto de Camacho en su incipiencia, el del exilio interior, es el de la integridad veraz, el de la amabilidad obrera de padre de familia, el de la lucha auténtica, el de la fundación y la persistencia hasta el final en un sindicato que se ha mutado mucho con un hombre dentro que no se ha mudado nada. Lo de Carrillo, y ya zanjo la comparación hasta el final, es la de un hombre mutado y un partido que sigue igual, no quedan en España, y no he conocido más, que dos casos de reconvertidos siempre en liza y siempre victoriosos, con todo su derecho, estos son Santiago Carrillo y Manuel Fraga, y el de un partido sólo anclado en lo mismo desde su fundación: El PCE.
Con estas premisas Marcelino daba el perfil 60/70/80 hombre encaneciendo, no creciendo de estatura, español medio de la metalurgia, dirigente, encarcelado 14 años, líder indiscutible, hombre de bien obrero de veras. Lo válido y lo admirable para que un millar de los que salían de los sindicatos verticales se identificaran, aparte del discurso en sus jerseis de ochos, en su diente de oro ye n su cara de padre jesuita. El sindicato fue claro y creíble y eso que nació de la UGT.
Marcelino (me tomo esta licencia de cercanía que es muy flamenca) no quiso mirar a los ojos de una clase que despertaba a otra cosa porque sabía que la opulencia tenía un bicho dentro, y así se quedó, sin embalsamarse, viendo todas las reconversiones de su invención, se, de buena tinta, que no estaba de acuerdo con lo que fue desde su relevo en el comité en adelante las siglas y las acciones internas del engranaje en el que él luchó el patrimonio y la puesta a punto, ahora… tampoco se reveló contra su criatura. En realidad Marcelino, que nunca ha sido una momia, ha dado un ejemplo de hombre íntegro y entregado pero con un análisis basado en la herencia que hoy no vale. Cada uno tiene una época, y la suya duró mucho, pero se marchó, nos quedó él sin reconversión e hizo bien, e hizo también bien de quitarse a tiempo, lo que ocurriera después es signo de la época y lo hubo de respetar, y lo respetó, otra cosa es que no le gustara. Marcelino fue un emblema porque supo quedarse en eso ‘la figura emblemática de la transición’, le hizo una Huelga General a Felipe González, y se retiró.
Coincidí sólo una vez con él, aquí en mi ciudad, y fui a escucharle con veneración, hace más de una década, estaba cargado de razón en sus grandes ideas, en su filantropía de clase, la aplicación de su discurso en la realidad palmaria no tenía reflejo práctico porque la clase era hace diez años y hoy otra cosa: desclase, pero para mi merecía la misma veneración que otros pocos que me perdí antes.
Marcelino Camacho Abad ha muerto con el beneplácito de todos, incluso una tele lo mató unos días antes, mostrado yacente en la sede central del sindicato que fundara, incluso sus oponentes en la época de acción vivida no pudieron hablar mal de él en aquel tiempo, ni los herederos de aquellos oponentes y aquellos compañeros lo pueden hacer hoy porque congraciaba admiración, admiración de liturgia jesuítica. Su lema al pisar la calle después de las rejas ‘Ni nos doblaron, ni nos domaron, ni nos lograron domesticar’ es hoy una mentira en su sindicato que también es el mío. Marcelino se ha muerto como era, eso sólo lo pueden hacer los hombres vehementes y sufridos… y permítanmelo: creyentes.
PD: Carrillo, el otro comunista de aquellos años, el del exilio exterior, el dirigente de brillo, morirá mucho más denostado, aunque hoy siga en la palestra mediática, nuestros ojos lo verán. La ambición no tiene límites para quien quiere ser un superviviente de todas las guerras; sin traición, eso es imposible.

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