domingo, 29 de diciembre de 2013

Lo que nos prometimos


Se sentó sin que se lo dijera, no me cayó mal pero tampoco bien. Venía con las ganas de hablar de siempre, de la sesión continua, tradicional, de fin de jornada.
Serví la copa en las talladas de siempre sacadas del mueblebar que es un globo terráqueo vacío por dentro, pero que pesa y que no se ancla reclinado.
Le dejé que rompiera el hielo y a sus primeras palabras le conté lo de siempre, es decir todo lo que acota la palabra ‘amoldarse’.
Replicó con la futilidad que ya me sabía, esto en mi forma de entender, él creía que con lo ocurrido en los últimos tiempos, y en los anteriores, y a tenor de algunas leyendas aprendidas de los de su casta estaba defendiendo su territorio, sus ideas y sus intereses.
En un momento, antes justo de que se  volcara mi copa con el licor ambarino le dije tajante e ignorando su discurso eso: ‘de ilusión también se vive’.
Tenía el remolino encrespado que siempre le había dado un aire de loco, lo que no ocurría -a fuerza de amoldarlo- los domingos. Lo vi por la cornucopia, donde había visto a tantos en ese mismo lugar y ante esas mismas copas, y después de haber levantado mediomundo para sacar el licor ambarino con que siempre pagaba sus visitas.
En estas sin preocuparse por el desaguisado sobre la mesa, mi traje y la moqueta pronunció: “la ilusión es un espejismo mejorado del porvenir, rayo de fugaz belleza con que adornar nuestros días” Se refería a sus días, pero tuvo ese detalle. Se incorporó y se fue.
El viejo espejo con sus bujías latentes proyectaba solo el sillón vacío. Cerré el mediomundo lleno de esencias y licores, inicié el paso, soplé a las dos llamitas ambarinas. Tenía la entrepierna húmeda, abandoné la estancia, como siempre.


Feliz 2014

domingo, 15 de diciembre de 2013

Dedicatorias

Aquel muchacho alemán, de Baviera, tenía gusto por las personas mayores y con arrugas ‘con esos ojos que han visto tantas cosas’, decía, y a mi me parecía una disfunción. Aquel muchacho estuvo enamorado de mi, y sería por eso mi menosprecio.
Al tiempo, mucho tiempo, le recomiendo a un amigo que oiga los textos filosofo… de Facundo Cabral, y este cuelga en su cuenta de red social una larga perorata del recomendado en que afirman entre muchísimas  cosas ‘las arrugas que confirman todo lo que viviste’. Me sustraigo al alemán, y esa simple cosa motiva estas letras, que sí son una dedicatoria u homenaje.
Aquel chaval de Babiera tenía un grupo de rock que se llamaba, a lo que logré entender ‘La huella de un neumático o frenada’, Salían a escena con unos vaqueros con el dibujo de una cubierta de rueda impresa. Allá estará en Babiera, y espero que le vaya bien, era una buena persona. Más loco que una cabra.
Otrora unos amigos que tienen un grupo de rock con un nombre facilísimo, y entre ellos mi amor, rebuscan en el baúl del tórax las dedicatorias para su bautismo discográfico y a lo que me cuentan salen muchas.
El asunto de las dedicatorias, a distinguir entre memorialismo, agradecimiento, reconocimiento , condescendencia y distinción. Son siempre difíciles. Como que yo aterrice bien en lo que voy a poner este año en las postales de Navidad, para los del mundo de fuera y para los del mundo interior. Se puede caer en todo calificativamente y se pueden olvidar importantes cosas moralmente.
Es asunto difícil excepto para quien tiene cada día como decirse y desdecirse. Fueron famosísimas siempre las menciones de Paco Umbral en sus columnas. Las gentes de la corte corrían a ver si entre las negritas estaba su nombre, y hallados o ausentes leían de arriba abajo o no el folio diario del procaz columnista. Lo importante era estar.
La intención de querer ser recordados y reconocidos es infinitamente humana y la despreocupación existencial sólo de unos cuantos. Todos los normales queremos reconocimiento: Andaban por las calles de Jerez los escritores Caballero Bonald y Fernando Quiñones, cuando pasaron por la puerta de la casa de un insigne artista y había una placa-meritoria. En estas Quiñones, que si, fue alabado por Borges, pero no llegó a lo de Bonald, le dijo a este: ‘te imaginas lo que pondrá en nuestras casas cuando ya no estemos aquí’, y el socarrón jerezano aún vivo le contestó si: ‘SE VENDE’.
Tener atenciones y atención dar en la tecla de quienes son parte mencionable y reconocible de lo que hacemos, a quién es nuestra obra dedicable es harto fácil y harto difícil a la par, yo lo hice con muertos, lo que demuestra más que nada una cobardía, pero uso las contadas ocasiones que tengo para salir al público a hablar de otros para homenajear a los que ni los oyentes ni los promotores saben, incluso para homenajearme a mi, lo cual es el rizo del rizo.
Las dedicatorias no está claro qué demuestran, si gratitud o agradecimiento, no son un convencionalismo, menos hoy, pero son un género inclasificable.
Por eso cada Navidad, en los previos, me asaltan canciones, canciones que en la diametral contraria del globo terráqueo hicieron otros sin saber que me las dedicaban a mi, de lo que estoy seguro:
¿Qué hago ahora contigo? De Silvio Rodríguez
¿dónde pongo lo hallado, 
en las calles ,los libros ,las noches , 
los rostros en que te he buscado? 
¿dónde pongo lo hallado, 
en la tierra ,en tu nombre ,en la biblia , 
en el día que al fin te he encontrado? 
¿qué le digo a la muerte 
tantas veces llamada a mi lado 
que al cabo se ha vuelto mi hermana? 
¿qué le digo a la gloria 
vacía de estar solo 
haciéndome el triste, haciéndome el lobo? 
¿qué le digo a los perros 
que se iban conmigo en noches 
perdidas de estar sin amigos? 
¿qué le digo a la luna 
que creí compañera de noches 
y noches sin ser verdadera? 
¿qué hago ahora contigo? 
las palomas que van a dormir a los 
parques ya no hablan conmigo. 
¿qué hago ahora contigo? 
ahora que eres la luna ,los perros, 
las noches ,todos los amigos.


Y ‘Monólogo’, que ya la utilizaré para otra cosa.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Hilvanes para un roto

Ha entrado el frío sin tapujos. Ya hablé igual de esto el año pasado, y quizá también el otro. Es como un acontecimiento en bucle. Ha entrado el frío que anuncia las Pascuas, como dice mi querido Jesús el Guitarrista ‘El frío de Navidá’.
Con el frío este he asado algunos pimientos, en la barbacoa de la cuevecilla. Dentro se está estupendo, es verdad, mantiene la temperatura igual todo el año: 21 grados. Bien.
He empezado hablando por aquí, porque he perdido como la práctica de escribir a idea fija, para ver si me entono y entro en lo central, mi motivación de esta entrada.
El torero francés Sebastián Castella dijo hace ya varios tendidosceros esta lindeza: “el compadreo no es parte de la torería”, y me reconfortó. Estoy muy de acuerdo con él, y esto es extrapolable a todos los oficios que tienen que ver con el orbe público. Y lo veo a las claras en el periodismo conforme a los poderosos, especialmente los políticos, es un principio básico el que este joven matador, adusto, serio, en su sitio ha dicho en un programa de toros cada vez más modernizado. El compadreo es un chafardeo falso y encubridor entre oponentes, pero que cobra su sitio, sus formas, sus maneras, que restringe y endeuda. Es grande este Castella.
Me cuenta un amigo en un corto viaje lo de Canal Nou, que los periodistas con el canal cerrado por decisión política se dedican, en su toma de las instalaciones, a decir lo siguiente: como darían las noticias si tuvieran a los jefes que han decidido despedirlos, y cómo se dirían las noticias con ecuanimidad, con profesionalidad. Esta gentuza sarnosa de no haber tomado esa decisión sus jefes se hubieran ahorrado el gran trabajo de la ecuanimidad, y en ese mismo instante si hubiera llegado a la sede de emisión alguien con los cheques para mantener sus trabajos hubieran mantenido el tono. Qué les parece.
El siempre sabio Miguel Ángel Aguilar deja caer una en la tertulia de Barceló, que por cierto estuvo en mi tierra, dijo que cuando TVE estaba en Paseo de la Habana y tenía como director a un franquista que era un contador de historias, chistoso incluso. Al final de las emisiones, que eran tres horas, todo el equipo se quedaba a departir y reír con el viejo, pero un día, uno que siempre reía no lo hizo a ninguna de las dos o tres gracietas del director. Este extrañado le dijo:
-¿Manuel, que te pasa hoy, que no te ríes con nada?
El susodicho contestó raudo:
-Es que yo ya soy fijo.
Ríanse si no quieren llorar, yo que también a veces contrasto le digo esto a un amigo del oficio que también es poeta y dice que no es lo mismo el caso de la tele valenciana que de la española de cuando entonces. Le contradigo. A todo caso será aquello que inventaron: la guerra preventiva, o la guerra ofensiva. Ustedes juzguen.
Me despido con mantequilla de untar, pasada por el microondas. El que ha inventado la campaña de los inteligentes del Sabadell ha dicho lo siguiente en la entrevista dominical: “una marca que no tiene un porcentaje de gente que la odia no es una marca”.
Me voy al frío, se que los metaobreros de siempre dirán que hace mucho frío ahí fuera, si, y por eso la gente defiende sus puestos con indecencia contestaría yo. Este mundo de risitas, de chafardeo, de mercadeo, de metetes no habrá acabado con la eclosión que vivimos. Es una pena.

Me gustaba mucho el tono, pero no el cante, lo cantado, cuando India Martínez que no era ella con ese nombre hacia el tango que se remata con: “porque cambiarán los tiempos/ y no cambian las personas”, siempre me pareció una pena, por eso reconforta ese torero extranjero, sí armado en un oficio que desaparecerá, siendo claro, conciso y certero: “el compadreo no es parte de la torería”. A no ser, que todos seamos publicistas de un banco. Si se ha roto algo, preparen las agujas, vamos a remendar los tiempos siendo ridículos. Me voy al frío.