domingo, 1 de diciembre de 2013

Hilvanes para un roto

Ha entrado el frío sin tapujos. Ya hablé igual de esto el año pasado, y quizá también el otro. Es como un acontecimiento en bucle. Ha entrado el frío que anuncia las Pascuas, como dice mi querido Jesús el Guitarrista ‘El frío de Navidá’.
Con el frío este he asado algunos pimientos, en la barbacoa de la cuevecilla. Dentro se está estupendo, es verdad, mantiene la temperatura igual todo el año: 21 grados. Bien.
He empezado hablando por aquí, porque he perdido como la práctica de escribir a idea fija, para ver si me entono y entro en lo central, mi motivación de esta entrada.
El torero francés Sebastián Castella dijo hace ya varios tendidosceros esta lindeza: “el compadreo no es parte de la torería”, y me reconfortó. Estoy muy de acuerdo con él, y esto es extrapolable a todos los oficios que tienen que ver con el orbe público. Y lo veo a las claras en el periodismo conforme a los poderosos, especialmente los políticos, es un principio básico el que este joven matador, adusto, serio, en su sitio ha dicho en un programa de toros cada vez más modernizado. El compadreo es un chafardeo falso y encubridor entre oponentes, pero que cobra su sitio, sus formas, sus maneras, que restringe y endeuda. Es grande este Castella.
Me cuenta un amigo en un corto viaje lo de Canal Nou, que los periodistas con el canal cerrado por decisión política se dedican, en su toma de las instalaciones, a decir lo siguiente: como darían las noticias si tuvieran a los jefes que han decidido despedirlos, y cómo se dirían las noticias con ecuanimidad, con profesionalidad. Esta gentuza sarnosa de no haber tomado esa decisión sus jefes se hubieran ahorrado el gran trabajo de la ecuanimidad, y en ese mismo instante si hubiera llegado a la sede de emisión alguien con los cheques para mantener sus trabajos hubieran mantenido el tono. Qué les parece.
El siempre sabio Miguel Ángel Aguilar deja caer una en la tertulia de Barceló, que por cierto estuvo en mi tierra, dijo que cuando TVE estaba en Paseo de la Habana y tenía como director a un franquista que era un contador de historias, chistoso incluso. Al final de las emisiones, que eran tres horas, todo el equipo se quedaba a departir y reír con el viejo, pero un día, uno que siempre reía no lo hizo a ninguna de las dos o tres gracietas del director. Este extrañado le dijo:
-¿Manuel, que te pasa hoy, que no te ríes con nada?
El susodicho contestó raudo:
-Es que yo ya soy fijo.
Ríanse si no quieren llorar, yo que también a veces contrasto le digo esto a un amigo del oficio que también es poeta y dice que no es lo mismo el caso de la tele valenciana que de la española de cuando entonces. Le contradigo. A todo caso será aquello que inventaron: la guerra preventiva, o la guerra ofensiva. Ustedes juzguen.
Me despido con mantequilla de untar, pasada por el microondas. El que ha inventado la campaña de los inteligentes del Sabadell ha dicho lo siguiente en la entrevista dominical: “una marca que no tiene un porcentaje de gente que la odia no es una marca”.
Me voy al frío, se que los metaobreros de siempre dirán que hace mucho frío ahí fuera, si, y por eso la gente defiende sus puestos con indecencia contestaría yo. Este mundo de risitas, de chafardeo, de mercadeo, de metetes no habrá acabado con la eclosión que vivimos. Es una pena.

Me gustaba mucho el tono, pero no el cante, lo cantado, cuando India Martínez que no era ella con ese nombre hacia el tango que se remata con: “porque cambiarán los tiempos/ y no cambian las personas”, siempre me pareció una pena, por eso reconforta ese torero extranjero, sí armado en un oficio que desaparecerá, siendo claro, conciso y certero: “el compadreo no es parte de la torería”. A no ser, que todos seamos publicistas de un banco. Si se ha roto algo, preparen las agujas, vamos a remendar los tiempos siendo ridículos. Me voy al frío.

1 comentario:

Ébanen dijo...

Y en el frío tiritas, tiritas para los que pudieron decir y vendieron su verbo, y también tiritas para los que una vez podían decir, dijeron, en última instancia conspiraron sobre su propia conspiración. Yo no sé si realmente el fin justifica los medios; pero prefiero que al final lo hubieran dicho, no se lo hubieran callado... dado que por lo menos de esa manera pudimos apreciar que hay quien se vende, y una vez en el rastrillo se revela.