Me voy a la playa a hacer músculo y el bueno de Gabo me regala el titular al detallar él una situación familiar que sí que lo fue, pero me lo apropio porque cuando una tiene un serial de días ácimos se agarra a cualquier azucarero.
A la noche hay luna llena pero desde el martes ha ido creciendo. Ese primer día un wassap avisa de que el hombre que salió ardiendo era el hijo, nieto y sobrino de conocidos, apreciados. Parece mentira, el que suscribe se ha confeccionado un duelo a lo lejos en Sevilla mismo, donde creía que terminaría la noticia, y mira me cuentan la verdad mientras voy a recoger huevos, óvulo, y a echar más tierra encima de las papas, bien ocultas y regadas germinan y se reproducen.
Como somos mu españoles después de la misa nos fuimos a beber mujeres con problemas de sitio, hombres con tontunas de no ser los engendradoras de vida y una amiga masculino-femenino que siempre arbitra.
Uno a veces calla porque el amigo que entró de aprendiz a un taller donde tenía el banco de trabajo inscrito: ‘planteamiento, nudo y desenlace’ abandonó el oficio, descubrió creo la pregunta: ¿hay vida antes de la muerte? Y está encontrando la trastienda de la cantanta: “y tu no te maquilles con palabras para consolarme (convencerme)”. Ha dejado de inventarse cosas y me ‘obliga’, casi, a quedarme callado.
Pero por muy listo que fuera no voy a terminar como el mudo de Blancanieves., Decidí el jueves llamar al padre que había visto perderse para siempre a su hija (otro caso). Me enjareté a la tarde al acto social y cumplí lo único que me dijo que necesitaba.
Después de los despueses a veces te sorprende una propuesta: Invitado al espectáculo del ilusionismo del cuerpo humano a entrega del vidente, acabamos bebiendo, en el interacto una víctima de sus deseos cree que le mencionan por los teléfonos celulares, los que tienen necesidades verdaderas se aburren ante un WC. En el remate los casados hablan de los de la mesa de al lado, la familia es así, el camarero es en exceso amable, lo que confunde… Las ya enviudadas parecen estar en el mercado. La mujer que en mi familiaridad masculinizo cuenta una verdad horrenda: desayunando cae a su lado y el de su marido una mierda del… cielo.
Los wassap que juntan a los primos, los ex del trabajo, los que se conocieron en la sociata de singles habían expuesto para mi la fotito de la niña nueva en otro grupo de wassap, el de mi mismo apellido. La recién llegada al ruedo está en brazos de su padre, el hombre decidido. Es Blanca, la que me da un título nada desdeñable: Tíoabuelo.
Ha sido una brisilla de aire fresco, pero empezó la semana como para atribuirle ese ‘Ventarrón de alegría’; en esto le doy la razón al aprendiz que abandonó el oficio. No es un cumplido, es un despejar el ombligo de pelusas y el abandonar mi ironía de ‘Latinoamérica Viva’ como slogan. Somos un continente que lleva la muerte a cuestas. Siento decirlo. Un niñillo me hace reír: https://www.facebook.com/1454012398227229/videos/1454691118159357/. Y me digo: no todo está perdido, soy sólo yo que me empeño en repujar a letra lo que me voy sabiendo. Solo por provocar a la parentela, los inductores, los no sanados… y socorrer al viajero, a los que no leen azucarillos y a los que cobran del Estado o se han quedado sin pareja, o ambas cosas, mi caso de forma transitoria. Hay luna llena, un pan ácimo bañado en fondant, ¡qué gloria!