domingo, 25 de diciembre de 2016

La Noticia



Me llegó, sin pedirlo, el dato cierto. Hace tiempo, en otro blog que tuve les hablé de mi parentela muerta y enterrada, entre ellos de la historia del tío de mi madre: Luis Camacho Ferre, por quién yo me llamo como me llamo.
Luis Camacho, tras la guerra civil española pasó a Francia, y desde allí se le perdió la pista, ya dije tenía una hoz y un martillo tatuado y era un apátrida para el Estado de Franco que había ganado España, también dije en aquel tiempo, terminó en los campos (uno, dos) de concentración Nazi.
Ahora, al tiempo, mucho tiempo, llegan datos ciertos que me proporciona una prima segunda, y yo acongojado, avenido, y orgulloso de aquel hombre del que conocí por sus queridos, especialmente mi abuela, no tengo valor suficiente para afrontar, que broma, setenta y cinco años después, su periplo hacia la muerte, teniendo todos los papeles en mi poder.
No todo son buenas nuevas, ni porque estemos en Pascua, ni porque haya subido el turismo y despuntado el consumo. Las buenas noticias no venden nada, pero yo conocedor del olor de la tinta, cuando me llega el dato cierto, cotejado, exacto, no tengo el valor de leerlo.
Me pasó igual, como por reacción alérgica, cuando estuve en Polonia y todos mis compañeros de excursión quisieron ir al campo de concentración, no tuve ánimo de ir.
Viene esto a decirles, desde la caja de productos de lo que fue comunicación seria, que a veces uno no implicado, no parte, no concernido, ha podido colocar en la misma elementos de juicio, datos aledaños, rasgos con carácter pero sin aporte, no poniéndose en el lugar de los afectos al/la protagonista de la noticia.
Y ahora que le toca a uno esa cosa lejana, heredada, sentimentaloide… mantiene los papeles reservados, por fin conseguidos, en una carpeta tapados, ocultos a la vista, lo que no les resta valor pero postergan el saber.
Respondía aquel Luis Camacho Ferre, del que ha sido en tanto tiempo tan difícil la pista por nacer por accidente en Vila Nova y la Geltrú, que lo tuvieran los memorialistas como un catalán, y los Nazis referido así: LLuis Camacho Ferré. Pocos en la familia repararon en aquellos años del desasosiego y la ausencia real en que nació en aquella latitud. Lo peor es que muchos de ellos murieron sin saber de su final verdadero aunque intuido, entre ellos mi abuela, por donde me llegó todo, quien hacía honor a ese título de cómic que retrata a otro prisionera español ‘Esperaré siempre tu regreso’, ella permenentemente y hasta que pude llamarla abuela, pensaba que su hermano Luis iba a aparecer un día por aquel callejón que cerraba su casa en el Barrio Alto.
Ahora están los datos fríos, una cruz y una nominación (esto lo he mirado de reojo) rogelfolchert, o algo así, que quería decir: Rojo Español. Y un bisnieto segundo, no es capaz de mirar con serenidad y detenimiento el papel que nominó a muerte.
Trabajar con la materia de otros es muy fácil.

Feliz Navidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo tiene su tiempo. Todo necesita su tiempo. Y todos necesitamos nuestro tiempo.

Sé que es algo personal, pero desde luego también sé, que toda persona represaliada por un Estado ha de ser reconocido, con el tiempo, como tal y restituida su memoria, su historia. También es derecho de su familia el saber esa parte de la vida que desapareció cuando se inició la represalia.

Estoy seguro, que llegado el momento, tú, uno de sus sobrino nietos, restituirás mediante tu memoria esa parte de su vida que ahora guardas tras las tapas de una carpeta. Desde luego, puedes contar con mi compañía, cuando decidas abrir las tapas de esa carpeta.

P.D.: Otros lo han hecho. . En Twitter: Antonio Hernández <@deportado4443>.
Hernández de Miguel, Carlos. Los últimos españoles de Mauthausen. Barcelona: Ediciones B, 2015. 576p. Info: . ISBN 978-84-666-5588-0

castelo dijo...

Porque en la tierra estan los nuestros, los que nos dejaron, o los que obligaron a dejarnos, pero en la misma tierra y bajo el mismo manto están tambien sus enemigos, y sus amigos, los seres queridos, en forma de carne o de polvo, pero en esta bella y maravillosa tierra, eso tiene la historia, que al recurrir a ella, aparecen todos y todas, los marchados y los que han obligado a marcharse, por ello, porque la tierra es nuestra última morada, le debemos doblemente respeto, cuidarla como nuestro último hogar y honrar a los que ya la ocupan. Se mató sin razón, como todas las muertes que sobrevienen sin pedirla, ¿los verdugos? serán honrados por los suyos. Que a los nuestros, a los tuyos no les falte. besos y adelante la historia a veces nos depara estos avatares.