lunes, 22 de agosto de 2011


Perdón por la tristeza. Para un día de playa no precisan pocas cosas, no es bastante la arena y el agua y el sol que se ha ido. Para su inmovilidad, para su estar colgados y tirados, sobre carros, eso sí, precisan en primer lugar que alguien los lleve hasta allí. Los hombres voluntarios, precavidos, apiñan los parapetos regalados por la base militar, el gobierno de la comunidad, y una antigua disco donde había acid-house. La paraplejia los puede tener vueltos al norte, mientras al sur, como se ve, los peces saltan en el agua. El que tiene sol acumulado puede recordar aquel ‘perdón por la tristeza’ de su autor favorito, el negro piensa en un tema no más alegre de Ismael Loo, un compatriota. (Foto: Itam)

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