miércoles, 21 de septiembre de 2011


El regidor y el corregidor. Nunca existió terno de entretiempo, en las plazas serias el carmín de granza está siempre presente sobre la alfombra a veces pantanosa. Los dos hombres, en el mismo hotel, y en habitaciones separadas, se habían dado consejos que luego cada uno en su lidia interpretarán como la tesitura de sus cuerpos les de de sí, o les vaya pidiendo el público. El regidor, sí, pese a la sangre derramada, hubiera merecido otra despedida. El corregidor por su parte hizo bien en haber pactado en la planta catorce un sfumato, media plaza tuvo su amago de ovación al que ninguno, y por orden, hicieron caso. El sol de cada tarde acaba y empieza la corrida. Cada jornada como ésta última lleva consigo a la agente de la autoridad vestida de antigua y al cochero de Loewe. El resto del graderío espera su entrada y su terno post 20N, la lidia tiene unos cánones claros desde Manolete, que también iba serio de terno, pero se sabía otra cosa: Un Califa, lo que en aquellos años necesitaba España.

1 comentario:

castelo dijo...

Le dicen los salientes a los entrantes, recordad que son vuestros adversarios y no vuestros enemigos. Claro, ahora lo comprendo, sino tengo enemigos para que luchar, y sino lucho, para que mejorar. Son tiempos de despedidas, hasta nos despedimos poco a poco de los derechos conquistados. Que Alá los acompañe porque el dios de esta cultura hace tiempo que se fue a mejores pastos.