jueves, 29 de septiembre de 2011


Volver. Más largo que ancho luce su ropa de entretiempo y una sonrisa etrusca porque le han sentado bien esos días, más que ardientes, de sosiego. Lleva en la mochilita algunas cosas, minucias quizá, pero que engrandecerá algo ante los amiguetes, en la tertulia de los martes en la Taberna de las Maravillas. La pose es de apontoque, no de empujar, aunque cuando se vuelva verá que su cochecito rojo se ha vuelto funesto. No es lo que esperaba, no es a su medida, pero le responden su trabajo y su mujer, le parece por lo pronto bastante. En el camino de vuelta, que siempre son consabidos, se verá una vez más en el lugar de siempre, y tiene cara de hacerse esta pregunta ¿he cambiado yo, o ha cambiado la ciudad? Pero parece serrano, casi gallego, en el sentido más peyorativo del término, no dará una respuesta a esto. Seguirá adelante con su pequeño card, porque aún no sabe, por edad, vivir con la frente marchita.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Qué fuertes son los seíllas, lo aguantan todo

castelo dijo...

Mas de 15 años no dura un matrimonio según las estadisticas, y al tuyo le queda poco si no cambias de coche, ya sus piernas no estan pa doblarlas tanto al entrar por esas puertas de apertura contraria, o cambias o te cambian.

castelo dijo...

Mas de 15 años no dura un matrimonio según las estadisticas, y al tuyo le queda poco si no cambias de coche, ya sus piernas no estan pa doblarlas tanto al entrar por esas puertas de apertura contraria, o cambias o te cambian.